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Cómo cultivar el Roble

Cómo cultivar el Roble

Al género Quercus (L., 1753) que forma parte de la familia Fagaceae, pertenecen muchas especies arbóreas y arbustivas comúnmente llamadas robles. Estos árboles y en algunos casos los arbustos, algunos de los cuales son espontáneos en Italia, tienen hojas alternas, a veces lobuladas o dentadas, que en la misma planta pueden tener diferentes formas, debido a la diferencia del follaje juvenil en comparación con el adulto. Los robles son plantas monoicas, por lo tanto con flores masculinas y femeninas en la misma planta. Las flores masculinas se recogen en amentos amarillos, las femeninas son verdes. La fruta es la bellota típica. Las especies más comunes de robles que encontramos son el Roble, el Sughera, el Farnia y el Encinar. Por su cultivo consideran que son plantas con un desarrollo bastante lento y una larga vida. Existen robles milenarios. Por esta razón, la elección de plantar un roble debe estar vinculada no solo a los aspectos estéticos, que tal vez no captaríamos en nuestras vidas, sino de una naturaleza ecológica. De hecho, un roble, sembrado con bellotas, alcanza una altura de unos dos metros. Tardarán más o menos dos años.

Como las bellotas tienen una existencia corta, deben sembrarse en macetas y mantenerse al aire libre. Recuerde que las bellotas se deben plantar u horizontalmente, o con la punta apuntando hacia abajo (de donde sale la raíz) y la cabeza (donde está la cúpula que la cubre) hacia arriba. Solo cúbralos poco con la tierra. Usted riega bien, y pone el jarrón en un lugar brillante. El suelo debe mantenerse siempre húmedo, pero sin estancamiento y las semillas deben plantarse dentro de los dos meses posteriores a la cosecha de la planta madre. Una vez que se ha arrancado la plántula joven, debe mantenerse en maceta durante unos dos o tres años. En este período se realiza una primera transferencia, siempre en exteriores, para colocarla en un espacio más grande. Después de aproximadamente tres años, se puede decidir colocarla en un lugar permanente en un espacio que sea proporcional a su extensión futura. Al elegir el lugar para la siembra final, no olvide que el roble ama el sol y las áreas ventiladas. Para el trasplante el periodo más adecuado es el invierno. Como el roble es una planta que tiene una buena resistencia climática, tanto en el calor como en el frío, pero prefiere la humedad y un suelo profundo, bien drenado y con una fertilidad justa, es necesario, antes de la siembra final, En la fosa, un fertilizante orgánico maduro o un fertilizante orgánico de liberación lenta. Durante los primeros años de vida, esta intervención se realizará a fines del invierno, mezclando la sustancia orgánica en las primeras capas del suelo. Posteriormente las raíces de la planta profundizarán sus enlaces nutricionales y de agua. En cuanto a cualquier ataque parasitario o adversidad, estos deben tenerse en cuenta especialmente para las plantas más jóvenes. Entre ellos recordamos el oidio de los robles, que daña las yemas y cubre las hojas de las manchas blancas, el óxido y la costra, lo que provoca el debilitamiento y el deterioro de toda la planta, y por último, pero no por peligro, el procesionario del roble que Debido a la repentina caída de las hojas.




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