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La industria de la muerte

La industria de la muerte

Cuando un barco pierde su rumbo es posible que cualquier brisa de viento y corriente sea aceptada como salvavidas.
Pero de nada sirve esperar vientos, brisas o corrientes si alguien te dice las coordenadas que te habías fijado.
Hoy podemos comparar este barco con toda la humanidad, especialmente con la de los países más industrializados, y las corrientes, brisas y vientos como las opiniones, ideas y formas de pensar.
Ante estas ideas, opiniones, etc., hoy se libra una nueva guerra, poco convencional y poco clara y legible para el Hombre.
Esta guerra se libra (y tiene frentes reales y sangrientos) en los campos de la difusión de modelos de desarrollo y sociales que, si no se reprimen y se derrotan, podrían llevar a toda la humanidad a un sistema de degradación y caos sin precedentes.
Estos modelos de desarrollo pseudoeconómico y social no tienen, por primera vez en la historia de la humanidad, religiones o filosofías, sino grandes imperios económicos en manos de empresas multinacionales.
Entre ellas se encuentran dos configuraciones principales: la bancaria y la de retención de recursos alimentarios y energéticos.
En este artículo me centraré en las multinacionales que hoy mantienen un control casi indiscutible (especialmente desde la política) de los factores de producción agrícola de alimentos.
Su interés es sustituir los modelos de carácter «productivo» por una nueva «filosofía» rentable.
Esta nueva filosofía está compuesta por:
• Patentes y comercialización de ADN, especies vegetales y animales, OGM, sistemas de calidad, procedimientos estandarizados, etc.;
• Patentes y comercialización de Plaguicidas (o plaguicidas), fertilizantes y reguladores químicos de procesos agrícolas;
• Posesión de sistemas de información convencionales cada vez más subyugados y al servicio de éstos. La filosofía de estos potentados es sencilla: aumento de los ritmos de producción para un nuevo entorno y mundo.
Como está escrito en otros artículos y publicaciones el tema es mucho más serio y peligroso de lo que se podría suponer; se quiere sustituir el modelo (o si se prefiere el coche, el motor, el mecanismo, etc.) por el de una cultura natural reduccionista* que tiende a simplificar, de forma imprudente, el orden, las reglas y los patrones de funcionamiento de nuestro planeta. , en el que somos parte integral de lo material y espiritual.
En mi libro «Del campo al Padre» publicado por la Editorial Mario Grispo – Palermo en 2003, destaqué que la contaminación de las cosas materiales y espirituales no son más que asociadas y relacionadas y que esta contaminación proviene del mal funcionamiento de esta máquina más natural manipulada. con por «Diseñadores ignorantes y/o interesados».
Cuando miramos un coche que emite excesivo humo de escape decimos que el motor de ese coche no funciona correctamente. De la misma manera un Ecosistema (del cual el hombre es parte integral) que es manipulado pierde sus características originales, haciéndolo menos y emitiendo más «humos de escape».
En la agricultura, esta manipulación ya se percibe como humana, pero las llamadas Buenas Prácticas Agrícolas (hijas de la historia y la tradición antigua), pueden mitigar en gran medida la manipulación haciendo que el ecosistema agrícola sea muy similar al Ecosistema Natural del que se deriva y sustrae.
Ecosistema que es el resultado y la suma de millones de relaciones, funciones, intercambios, interrelaciones químicas, bioquímicas, físicas, etc. y en el que el equilibrio se produce con un ritmo particular (Bioritmi) y a un nivel energético particular, es decir, para esa determinada célula territorial, el óptimo (ese Clímax en ecología que es la etapa final del proceso evolutivo de un ecosistema que denota el máximo grado de equilibrio).
En este contexto, la ayuda a modelos alternativos, que obligan a aumentar indiscriminadamente la productividad, a especies no presentes o no adecuadas, a reguladores del crecimiento de las plantas, a fertilizantes y pesticidas de variedad, es lo más acertado y lo más equivocado, científica y técnicamente, respecto de un sistema que ha sus reglas y sus ritmos. Para aquellos medios de motores de combustión interna, habrá oído hablar del par **, en el que, a partir de una determinada velocidad (o número de revoluciones), el rendimiento disminuye incluso a expensas de la buena funcionalidad del motor; al igual que en el motor de combustión interna el aumento de “rondas” de los sistemas agrícolas genera pérdidas de potencia, mal funcionamiento, contaminación y malas calidades.
Estas características, generan en el Hombre que se alimenta nuevos alimentos, tan «caracterizados», arritmias biológicas y espirituales, conduciéndolos hacia modelos sociales contaminados (el famoso refrán: Somos lo que comemos, tiene más valor biológico y espiritual de lo que podemos creer) y por tanto llevando a la humanidad a una deriva peligrosa. No creo que deba enfatizarse aún más en este artículo el efecto de los pesticidas y de estos métodos «alternativos» sobre la salud humana y ecológica.
El título de este artículo: La industria de la muerte – Fuera de los ritmos de la naturaleza, nos hace darnos cuenta de que la única patente que hoy podemos amar y apoyar, la de la naturaleza, y en la que el hombre es verdaderamente libre, quiere sustituirla por patentes artati, controladas, dominantes y enemigas del Hombre y del planeta que habita.
Cualquiera que quiera crear y mantener derechos que pertenecen a la humanidad (como el aire o el agua) arrogando modelos alternativos debe ser catalogado como un acto delictivo y las acciones derivadas de estos como crímenes de lesa humanidad.
Si no actualizamos los Derechos Humanos corremos el riesgo de hacer pasar por propios benefactores a quienes están matando al hombre, mediante una guerra tan refinada que no será reconocida.
Y necesitamos actualizar los Derechos Humanos y elevarlos a niveles superiores de conciencia, los únicos que nos permitirán ganar esta guerra.

Guido Bissanti

*En epistemología el término reduccionismo sostiene que cualquier ciencia sostiene que las instituciones, métodos o conceptos que la ciencia debe minimizar lo suficiente como para explicar los hechos de la teoría en cuestión. En este sentido, el reduccionismo puede entenderse como una aplicación de la llamada “navaja de Occam” (o “principio de economía”), que no deberíamos incrementar sin las entidades involucradas en la explicación de un fenómeno.

** El par es el momento mecánico que aplica el motor a una transmisión. Varía para cambiar la velocidad de rotación del motor con un rendimiento dependiente del tipo de motor; tiene un valor máximo en correspondencia de un régimen particular.




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