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Trimetilglicina

Trimetilglicina

La trimetilglicina (TMG), también conocida como betaína o glicinbetaína, es un compuesto químico derivado de la glicina y presente en muchos organismos vivos.
La trimetilglicina tiene una fórmula bruta o molecular: C5H11NO2 y su nombre en la nomenclatura oficial de la IUPAC es: acetato de 2-trimetilamonio.
El término betaína le fue atribuido por Scheibler, en 1866, ya que este compuesto se aísla de la remolacha azucarera (Beta vulgaris L.).
La trimetilglicina es un compuesto de amonio cuaternario con tres grupos metilo. A pH neutro es un zwitterión, es decir, se presenta como una sustancia eléctricamente neutra con una carga positiva dentro de su molécula correspondiente al átomo de nitrógeno N+ y una negativa correspondiente al átomo de oxígeno O-.
Debido a su estructura zwitteriónica, todos los compuestos derivados de aminoácidos con esta característica se denominan generalmente «betaínas».
Desde un punto de vista físico, la trimetilglicina es un sólido blanco combustible e inodoro; es también una sustancia higroscópica, muy soluble en agua e hidrotrópica. A una temperatura de 310°C se descompone, isomerizándose en el éster metílico del ácido dimetilaminoacético.
La trimetilglicina se comercializa en su forma anhidra.
La trimetilglicina, como muchas betaínas, sirven como osmolitos orgánicos, sustancias sintetizadas o extraídas del medio ambiente por las células para protegerse contra el estrés osmótico, la aridez, la alta salinidad o la temperatura. La acumulación intracelular de betaínas, sin alterar la función enzimática, la estructura de las proteínas y la integridad de la membrana, permite la retención de agua en las células, protegiéndolas de los efectos de la deshidratación. También es un donante de metilo cada vez más importante.

Gracias a esta actividad, las betaínas se han utilizado con éxito en el tratamiento de la homocistinuria y la hiperhomocisteinemia, condiciones asociadas a un mayor riesgo cardiovascular.
El interés para la salud de la Betaína deriva de su capacidad de transferir grupos metilo a la homocisteína, transformándola en metionina (aminoácido esencial del que deriva).
Este es un efecto bastante positivo, ya que se ha demostrado que la homocisteína plasmática en altas concentraciones aumenta significativamente el riesgo cardiovascular.
Entre las contraindicaciones, cabe recordar que se debe evitar el uso de betaínas, o si es estrictamente necesario bajo la supervisión de un médico, durante el embarazo y en el posterior periodo de lactancia.
Las mismas precauciones deben usarse en el curso de gastritis, enfermedad por reflujo gastroesofágico y úlceras pépticas.

Advertencia: la información proporcionada no es un consejo médico y puede no ser precisa. Los contenidos son solo para fines ilustrativos y no reemplazan el consejo médico.




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