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La revisión ambiental de la Constitución italiana

La revisión ambiental de la Constitución italiana

Desde 1948 la Constitución ha sido reformada varias veces con leyes constitucionales, aprobadas según las reglas establecidas por el artículo 138 de la misma.
En detalle, el parlamento italiano ha aprobado, desde 1963, leyes de revisión constitucional.
Estas revisiones van dirigidas, sobre todo, a sectores de funcionamiento del Estado y las Regiones, de las autonomías locales, indulto y amnistía, eliminación de la pena de muerte, presupuesto, electorado, reducción de parlamentarios, etc.
Una constitución que se ha visto revitalizada por nuevos indicios, a menudo sufridos, pero también por innumerables propuestas que nunca han visto la luz.
La reciente reforma constitucional, en cambio, introduce elementos innovadores, en cierto modo trascendentales, y que en todo caso deben ser asimilados por el mundo de la política y, sobre todo, por el de la economía.
De hecho, se modifican los artículos 9 y 41 de la Constitución, relativos al medio ambiente y las empresas.
El nuevo texto del artículo 9 de la Constitución dice:
– “La República promueve el desarrollo de la cultura y la investigación científica y técnica. Protege el paisaje y el patrimonio histórico-artístico de la nación. Protege el medio ambiente, la biodiversidad y los ecosistemas, también en interés de las generaciones futuras”.
En cambio, el relativo al artículo 41 dice que:
– La iniciativa económica privada es libre. No puede tener lugar en conflicto con la utilidad social o de manera que pueda dañar la seguridad, la libertad, la dignidad humana, la salud, el medio ambiente. La ley determina los programas y controles adecuados para que la actividad económica pública y privada pueda ser dirigida y coordinada con fines sociales y ambientales”.
¿Qué significa en detalle?
En el caso de la reforma del artículo 9, el tema ambiental es uno de los principios fundamentales de la República. Este es un paso tan necesario como orientado por una Unión Europea, con la que muchas veces no estamos del todo alineados, y que abre a una nueva conciencia ecológica de la política y de la forma de orientar sus rumbos. Hablando de la UE, piense en el hecho de que, por ejemplo, Italia tiene el triste historial de procedimientos de infracción y violaciones de las directivas europeas sobre medio ambiente y leyes climáticas.
Con referencia a la modificación del artículo 41, sin embargo, se sanciona que a partir de ahora las actividades económicas deben (y no deben, como escribe alguien), de hecho, estar subordinadas a la protección del medio ambiente, que, en el estado actual de sin embargo, la cultura política y social parece utópica.
Sin duda es un paso notable.
Hasta ahora, en efecto, a nivel constitucional, las únicas formas de protección ambiental estaban vinculadas al concepto de paisaje, contenido en el art. 9, entendido como una porción del territorio cuyo carácter deriva de la acción de factores naturales y/o humanos y sus interrelaciones.

Fue un enfoque marcadamente antropocéntrico que, con la reciente reforma, se vuelve esencialmente ecológico y por lo tanto holístico.
Se debe hacer ahora una referencia particular a la protección de los animales (piense en insectos, pájaros, fauna en general, masacrados por herbicidas e insecticidas).
En este caso, Italia es solo el quinto país del mundo en dar un espacio exclusivo a otras formas de vida en sus principios fundamentales.
Ahora falta ver cómo nos comportaremos legal y legalmente para proteger estas formas de vida (tratando también de resetear esa subcultura, científicamente sin fundamento, que afirma que sustancias como los insecticidas y herbicidas, son útiles para mantener una alta producción agrícola). Recordemos aquí que el rendimiento de las producciones primarias (así como las agrícolas) está correlacionado (ley de negentropía de la termodinámica y los sistemas disipativos) con el índice de biodiversidad, por lo que los sistemas más biodiversos (incluida la flora y la fauna) tienen rendimientos más altos (pero el industria química no le gusta esto).
Hay que ver qué pasará ahora con las concesiones petroleras, con el uso de combustibles fósiles y con aquellas políticas nunca implementadas para reducir el uso de medios privados a favor de los públicos.
Finalmente, esperaremos a entender cómo pasar concretamente del modelo de economía lineal al circular; qué soluciones se adoptarán y en qué tiempos se implementarán.
En definitiva, hay mucho trabajo (y quizás poco tiempo) pero, sobre todo, se necesita una nueva visión. Sin embargo, lo que importa es que, finalmente, Italia se alinea con la mayoría de las naciones europeas, convirtiéndose efectivamente en el vigésimo segundo estado miembro de la UE que ha incluido una o más referencias al medio ambiente en su Carta Constitucional.
Alguien puede decir que ahora la pelota, como se suele decir, va a la política y en cambio hay que recalcar que esta pasa a manos de todos los italianos. A todo un pueblo que, en palabras, es ecologista y ecologista pero que en realidad lleva un estilo de vida muy a menudo demasiado alejado de esta condición.
Debemos entender que la política, si bien tiene la ardua tarea de ser ejemplo y guía de una nación, es también hija de un entramado sin el cual sólo se convierte en demagogia y propaganda.
La sociedad debe convertirse en el humus de una nueva conciencia y responsabilidad, adquiriendo la conciencia de que la Constitución no pertenece al mundo de la política sino que es patrimonio de todos como lo es el ADN de cada célula de la que estamos hechos.
En la base de todo esto está, por tanto, la necesidad de comprender cómo, concretamente, debemos dar pasos decisivos, en cada pequeño comportamiento, en esta dirección. Cómo conectar incluso en pequeñas comunidades de discusión, de comparación, de toma de decisiones concretas. Debemos trabajar en red, sin esperar sólo a la Política para encontrar las soluciones. No hay peor actitud.
Si la masa sube tendremos buenos políticos, sino será la habitual efusión de todos contra todos para conseguir que las cosas sigan como están y que la solución se postergue peligrosamente.

Guido Bissanti




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