Suelo y Humanidad o mens sana in corpore sano
Suelo y Humanidad o mens sana in corpore sano
La visión que tenemos de las cosas muchas veces depende de nuestro punto de vista, de nuestro ángulo y perspectiva con respecto a la Realidad que nos rodea. Una vista parcial o un ángulo estrecho siempre conduce a una distorsión de la comprensión de la Realidad.
De la misma forma, la relación entre la humanidad y el ecosistema se ha visto afectada durante mucho tiempo por esta distorsión, lo que ha llevado, especialmente en los dos últimos siglos, a la humanidad a alienarse del «Sistema de la Naturaleza» y experimentarlo como una magnitud separada. y sin lazos recíprocos.
Otro efecto de la distorsión es lo que podríamos definir «Efecto de lente»; al no vivir dentro del sistema de la naturaleza, tendemos a percibirlo desde una altura tal que nos hace verlo como compuesto de cosas individuales y no de cosas que componen un solo organismo.
Así, la naturaleza se ha convertido en un lugar de conquista, colonización, explotación, uso para sus propios fines.
Una relación patológica que genera patologías, tanto en el campo ecológico como en el social.
Se puede decir que la buena salud de una sociedad nace dentro de una perfecta convivencia, incluso connaturación, con los principios del sistema de la naturaleza.
Los efectos devastadores de esta visión humana, que se ha convertido en ideología y sistema económico, nos han llevado y nos están llevando cada vez más (si no ponemos remedios y correcciones) tanto al paulatino empobrecimiento de todos los elementos del sistema natural. y al empobrecimiento y consecuente degradación del sistema social.
Es una función lineal. La humanidad y la naturaleza son inseparables.
Dejando de lado en este aporte el análisis de los elementos integrales del sistema de la naturaleza, todo en simbiosis y ósmosis, incluso el suelo, que queremos observar y analizar aquí, es un componente vivo e interactivo, que evidentemente padece esta patología.
El dicho «mens sana in corpore sano», que es una frase latina extraída de un párrafo de las Sátiras de Juvenal, representa a la perfección la pregunta.
Ninguna mente (la Humanidad) puede vivir sana en un cuerpo enfermo, compuesto de pies (la tierra), del cuerpo (el ecosistema de arriba) y de la cabeza (el aire y el calor que nos sostienen).
En este cuerpo el suelo (los pies) es lo que nos permite estar firmemente en el sistema natural.
Los pies enfermos, doloridos, con llagas y heridas representan una seria limitación en el camino de la humanidad. Una humanidad engañada por un liberalismo que la ha engañado haciéndola correr, obligándola en cambio a cojear para moverse con dificultad, dificultando el camino (Historia) y entregándolo más pobre a las generaciones futuras.
Lamentablemente, con el advenimiento de las especulaciones del libre comercio y con la aplicación materialista de estas, el sector agropecuario también ha recibido un impulso negativo al plantearse la pregunta sobre dos aspectos fundamentales y dejar fuera la integral de la que está hecho el Sistema de la Naturaleza: nos hemos concentrado sobre el aumento de los rendimientos productivos y el libre intercambio de bienes, con la justificación de que era necesario asegurar el alimento para todos, pero olvidándose que para tener un alimento sano, revestido de justicia, era necesario producirlo respetando el cuerpo de la gente. Naturaleza (de la que formamos parte).
Al no respetarlo, hemos violado el principio de «mens sana in corpore sano».
El fenómeno ligado a la degradación del suelo, su pérdida de fertilidad biológica y bioquímica, los fenómenos erosivos y todo lo que rodea, no se puede resolver mirando al suelo como un elemento en sí mismo.
Más allá de las cifras reportadas por ISPRA y otras fuentes oficiales sobre pérdida de suelo (fertilidad y masa) si seguimos abordando el tema solo en términos puramente materialistas (rendimientos, hectáreas, cantidades, índices, etc.), sin observarlo desde un ángulo diferente , cometemos el error habitual de perspectiva: el observador (humanidad) y lo observado (naturaleza).
No hay forma de salir de esta forma de abordar el tema y, como escribí, en otra contribución es necesario reposicionar el punto de vista no como observadores externos sino como observadores desde adentro. De la misma forma que el concepto de Paisaje va evolucionando desde la opinión más puramente estética hacia la más exquisita de la calidad del sistema y la relación con el ser humano.
Aquí, por supuesto, debemos plantear aspectos vinculados a la visión liberal, conformada por el expansionismo, la conquista, el colonialismo; lamentablemente compuesto por abusos, sufrimientos, privación de derechos y dignidad. Una visión que veía el mundo como un lugar para ser explotado y no para ser amado y cuidado. Una visión que es la contradicción del antiguo término griego òikos, que significa familia u hogar; una contradicción que nos ha colocado como depredadores y no como convivientes.
Una visión que niega los òikos de la ecología acaba comprometiendo los òikos de la única casa que nos puede acoger.
En este sentido podemos escribir una nueva historia (y estoy seguro de ello) solo reiniciando y actualizando el «software» que hemos descargado e implementado en los últimos tiempos.
El nuevo software, incluso antes de analizar el tema desde un punto de vista puramente técnico, debe afrontarlo desde un punto de vista holístico que es el único que contiene una perspectiva de 360 °, en la que el hombre y el mundo se ven como un todo. y no separados.
Este es el fundamento que debe llevar a hablar de Conversión Ecológica en lugar de Transición Ecológica.
En este sentido, la salida, en un nuevo amanecer, del sol de la agroecología representa este nuevo enfoque, en el que la pregunta pasa a un nivel superior y el centro no es solo cuánto producir sino cómo hacerlo garantizando los derechos de los ciudadanos. todos: partiendo de los pies del suelo para llegar a una cabeza que respire bien.
La agroecología es un modelo holístico y, como tal, debe abordarse. Agenda 2030 docet.
Guido Bissanti