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Impacto de los pesticidas en Europa

Impacto de los pesticidas en Europa

En septiembre de 2023, la Comisión Europea propuso renovar la autorización del glifosato en la UE por diez años bajo ciertas condiciones; Como era de esperarse, se ha abierto un debate científico, político y social de considerable importancia.
La propuesta de renovación surgió a raíz de un informe de la Autoridad de la UE donde se estimaba (no se sabe con qué base científica) que el nivel de riesgo no justifica la prohibición de este controvertido herbicida.
La actual autorización del glifosato, renovada en 2017 por cinco años, expiró el 15 de diciembre de 2022, pero fue prorrogada por un año a la espera de una evaluación científica. En julio, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) indicó que no había identificado ninguna “área crítica de preocupación” por efectos en humanos, animales y el medio ambiente que impidiera la autorización del herbicida.
Esta determinación nos deja, cuanto menos, consternados cuando, en realidad, se conocen (tras numerosas publicaciones científicas) los efectos negativos de este herbicida y otros pesticidas sobre el ecosistema y, por tanto, también sobre los seres humanos (que forman parte de él).
Desafortunadamente, los sistemas de producción de alimentos en Europa, resultado de la agricultura industrial, que ya no es viable y altamente ineficiente tanto desde el punto de vista energético como de producción, dependen de pesticidas químicos para asegurar las cosechas.
Por otro lado, a pesar de las recomendaciones, innovaciones y estrategias de la Unión Europea (como Farm to Fork y Biodiversity 2030), de 2011 a 2020, las ventas de pesticidas en la UE-27 se mantuvieron relativamente estables en aproximadamente 350.000 toneladas por año. Aunque está ampliamente demostrado por publicaciones científicas y experiencias de campo que la agroecología es la única frontera viable, nada ha cambiado.
Como es sabido, el uso generalizado de pesticidas es una de las principales fuentes de contaminación: contaminan el agua, el suelo y el aire, provocan la pérdida de biodiversidad y provocan resistencia de los parásitos. Además, la biodiversidad del subsuelo, que suele ser la más subestimada, ha alcanzado niveles de absoluta preocupación con una pérdida sin precedentes de microorganismos y de su fertilidad; causas que luego generan pérdidas de producción, abandono del campo, destrucción del suelo, deslizamientos de tierra, deslizamientos de tierra y, muchas veces y lamentablemente, desastres y muertes.
Además, como muchos informes de investigación revisados ​​por pares, la exposición humana a pesticidas químicos está relacionada con enfermedades como el cáncer y enfermedades cardíacas, respiratorias y neurológicas.
A estos datos se sumó una publicación de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) que resume los últimos conocimientos sobre el impacto de los pesticidas químicos en la salud humana y el medio ambiente y presenta buenas prácticas para reducir su uso y el riesgo en toda Europa.
Entre otras cosas, según los resultados de 2020, basados ​​en datos nacionales comunicados a la AEMA, se detectaron uno o más pesticidas por encima de los umbrales de efecto o calidad en el 22 % de los sitios de seguimiento de aguas superficiales notificados en Europa, incluidos ríos y lagos.
Entre 2013 y 2020, la tasa de aprobación más baja fue del 10% y la más alta del 25%.
Entre 2013 y 2020, también se detectaron excedencias en entre el 4% y el 11% de los sitios de monitoreo de aguas subterráneas.
En detalle, también en 2020, el insecticida imidacloprid y el herbicida metolaclor registraron el mayor número absoluto de superaciones en toda Europa.
En las aguas subterráneas, el herbicida altamente persistente atrazina y sus metabolitos son los que han causado el mayor número de excedencias, a pesar de que la atrazina está prohibida desde 2007 (recordemos que la atrazina – como explican los científicos – es un disruptor endocrino, es decir, altera la funcionalidad del sistema endocrino, causando muchos efectos negativos en la salud de los seres humanos y de los animales y su descendencia, incluso en bajas concentraciones).
Entre otras cosas, la mayoría de las sustancias con un elevado número de superaciones en toda Europa ya no están aprobadas en la UE. Esto indica los impactos a largo plazo del uso de pesticidas y los posibles usos de emergencia.
Al mismo tiempo, por lo general no se dispone de datos de seguimiento a nivel europeo sobre pesticidas aprobados recientemente, así como datos sobre coformulantes y adyuvantes. En definitiva, una situación en gran medida fuera de control y difícil de evaluar.
Lo más preocupante es que, en lo que respecta a los ecosistemas terrestres, actualmente no existen normas de calidad de la UE para los pesticidas en el suelo. La prevista Ley Europea de Salud del Suelo, anunciada en la Estrategia de Suelos de la UE 2030, podría llenar este vacío al especificar las condiciones para un suelo «saludable» y determinar opciones para el monitoreo del suelo a nivel de la UE (Pieper et al., 2023).
Al mismo tiempo, la base de datos del Marco de Áreas de Cobertura y Uso de la Tierra (LUCAS) del Centro Común de Investigación (JRC) incluye datos sobre residuos de pesticidas en suelos agrícolas de la UE (Orgiazzi et al., 2022).
El estudio de Silva et al., 2019, basado en datos de la encuesta LUCAS de 2015, encontró que el 83% de las muestras de suelo contenían uno o más residuos de pesticidas, mientras que el 58% contenía mezclas de dos o más pesticidas.
La mezcla más común detectada fue el herbicida glifosato y su metabolito ácido aminometilfosfónico (AMPA), que representa el 25% de todas las combinaciones de pesticidas en el suelo.
Además, para respaldar estos datos, en el estudio de Geissen et al., 2021, realizado en tres países de la UE, se encontró que los suelos de las granjas orgánicas contienen significativamente menos residuos que los de las granjas orgánicas convencionales.
Sin embargo, evaluaciones recientes muestran que la exposición a pesticidas está relacionada con una amplia gama de efectos directos (tanto letales como no letales) e indirectos sobre la biodiversidad, lo que contribuye a la disminución de las poblaciones de insectos, aves, murciélagos, lombrices, plantas acuáticas, peces y anfibios. (Mamy et al., 2022). Los insectos y otros invertebrados son los más directamente afectados por los pesticidas.
Además, la disminución de polinizadores está teniendo, además del grave impacto ecológico sobre estos organismos, importantes daños económicos sobre la producción.
Los cultivos que dependen de los polinizadores son una importante fuente alimenticia de muchos nutrientes clave, como lípidos dietéticos, vitaminas A, C y E, y algunos minerales (Eiler et al., 2011). Las pérdidas futuras de cultivos relacionadas con la disminución de los polinizadores podrían reducir la ingesta de algunos grupos de alimentos como frutas, verduras y nueces. Esto podría conducir a un aumento de enfermedades no transmisibles como accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardiovasculares y cáncer (Smith et al., 2022).
Ahora bien, más allá de las enfermedades profesionales de los agricultores o de los trabajadores que utilizan pesticidas y de las consecuencias para la salud humana del uso de alimentos que contienen pesticidas, la interferencia en los ecosistemas es la verdadera preocupación por el futuro mismo del planeta y, por tanto, de toda la humanidad.
Recordemos que la biodiversidad representa un sistema termodinámico complejo que disipa la energía solar (Prigogine I., Nicolis G., 1982) para convertirla en energía almacenada (biomasa y otros servicios) al mismo tiempo que enfría el planeta.
La disminución de la biodiversidad (con su relación CO2/O2) provoca una peligrosa pérdida de eficiencia termodinámica de los ecosistemas con la consiguiente reducción de sus funciones, incluidas las de carácter alimentario.
Por esta razón, lograr los objetivos establecidos en la estrategia «De la granja a la mesa» requerirá mayores esfuerzos por parte de los responsables políticos y de los Estados miembros de la UE. Estos esfuerzos no sólo deben apuntar a reducir el uso actual de pesticidas y los riesgos asociados: también deben prevenir nuevos riesgos en la etapa de evaluación de riesgos y autorización de comercialización.
Para mitigar el impacto en la salud humana y los ecosistemas, es importante limitar o prohibir el uso de pesticidas en espacios públicos, en áreas utilizadas para la extracción de agua potable y, cuando sea posible, en áreas ecológicamente sensibles. Estas restricciones de uso, incluidas en la propuesta de reglamento sobre el uso sostenible de productos fitosanitarios y en algunos de los planes estratégicos de la Política Agrícola Común (PAC) adoptados por los Estados miembros, también requieren zonas de amortiguamiento de tamaño adecuado alrededor de áreas sensibles donde se fumiga. prohibido (Aguiar et al., 2015).
Prohibir o limitar el uso de pesticidas en espacios públicos es una medida cada vez más popular a nivel nacional y subnacional, como lo demuestra la iniciativa “Ciudades libres de pesticidas” (Pesticide Action Network Europe, 2022).
En este sentido cabe subrayar que el L.R. 21 de 29 de julio de 2021 de la Región de Sicilia, con el art. 3, había previsto este tipo de acciones, que lamentablemente fue impugnada primero por el Ministerio de Salud, que no realizó ninguna verificación científica sobre los objetivos e implicaciones del artículo, y posteriormente por el Consejo de Estado.
Todo esto nos muestra, por si hubiera dudas, una visión nada «lúcida» de la comunidad política a nivel nacional y europeo, a pesar de los llamamientos de los científicos e investigadores que intentan por todos los medios contrarrestar el greenwashing adoptado por el poder excesivo de los grandes intereses económicos de los lobbies químicos.
Sin embargo, los datos de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) son inequívocos: aproximadamente el 25% de los grupos de población compuestos por vertebrados, invertebrados y plantas terrestres, de agua dulce y marinos están en riesgo de extinción.
Pese a ello, tanto en Bruselas como en otras zonas, todavía se debate sobre si, por ejemplo, es necesario renovar el uso del glifosato y si este herbicida (por citar el más infame) es perjudicial para los ecosistemas y la salud humana.

Guido Bissanti




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