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Vínculos entre los bancos y la deforestación

Vínculos entre los bancos y la deforestación

Han pasado casi 25 años desde que el 11 de diciembre de 1997 se publicó el Protocolo de Kioto, es decir, el tratado internacional sobre el medio ambiente relacionado con el calentamiento global, promulgado en la ciudad japonesa de Kioto con motivo de la Conferencia de las Partes «COP 3» de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Han pasado cerca de 7 años desde el acuerdo de París, alcanzado el 12 de diciembre de 2015, es decir, aquel tratado internacional, también estipulado entre los estados miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), relativo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y finanzas.
Sin embargo, a pesar de las proclamas más o menos atronadoras de los políticos y los estados, un promedio de 10 millones de hectáreas de bosques desaparecen en todo el mundo cada año. Los datos sobre la deforestación global son proporcionados por la FAO, la agencia de la ONU para la agricultura. El promedio de 10 millones de hectáreas por año cubre los años de 2015 a 2020.
El asunto es que los acuerdos estipulados entre los Estados han carecido, hasta ahora, de una verdadera política de control, verificación, fijación y dirección de las actividades de los particulares incluyendo, obviamente, bancos, multinacionales y financieras que transitan por una vía libre. autónomo y libre de cualquier acuerdo internacional y en desafío a los derechos humanos y ecológicos.
Una tragedia (y somos optimistas) que si no encuentra soluciones políticas desde los pequeños representantes de las Autoridades Locales (Municipios, Provincias, etc.) hasta los grandes organismos mundiales (Estados, ONU, etc.), corre el riesgo de llevar caballos y jinetes de rodillas, ciudadanos y multinacionales, porque el barco de la estupidez está fuera de control y el timón de la ruta no tiene timonel.
En detrimento de las interpretaciones y puntos de vista personales, que siempre pueden ser parciales y sesgados, un informe de la RAN (Rainforest Action Network), elaborado recientemente en 2022, nos dice que la apuesta de los grandes bancos y multinacionales en el tema de la deforestación (según los Protocolos y Acuerdos) sigue siendo en gran medida insuficiente.
Para que conste, tenga en cuenta que Rainforest Action Network es una organización ambiental con sede en San Francisco, California, en los Estados Unidos.
Volviendo a los datos emitidos por la RAN, a pesar de los anuncios y compromisos, las principales empresas multinacionales y los bancos no logran frenar el apoyo -directo e indirecto- a la deforestación y la violación de los derechos humanos.
Los datos se procesaron examinando una muestra de empresas y entidades de crédito vinculadas a la explotación de materias primas forestales. El resultado fue, por decir lo menos, desarmante.
De hecho, ninguna de las 17 marcas y bancos analizados ha implementado acciones adecuadas para enfrentar el problema de destrucción de áreas boscosas que provocan sus negocios. Ni, mucho menos, el del land grabbing (el llamado land grabbing). Ni el de la violencia perpetrada en perjuicio de las comunidades locales e indígenas y por ende de la violación de los derechos humanos.
Las notas asignadas a los grupos de estudio fueron, en consecuencia, todas insuficientes y, en algunos casos, gravemente insuficientes.
En concreto, la evaluación de la RAN se basó en cinco preguntas:
1. ¿Han dado los bancos y las empresas al menos un primer paso para adoptar políticas que eliminen el apoyo a la deforestación y las violaciones de los derechos humanos en sus cadenas de suministro de productos básicos?
2. ¿Han hecho público el impacto de sus actividades sobre los bosques y sobre los derechos de las comunidades locales e indígenas?
3. ¿Previenen la violencia y garantizan el pleno respeto de los derechos de las comunidades locales e indígenas?
4. ¿Realmente cambian sus prácticas de compra o financiamiento si se descubre que el socio comercial viola sus políticas de protección forestal y derechos humanos?
5. ¿Pueden demostrar a sus clientes que sus socios comerciales cumplen con sus estándares?
Los datos nos dicen que cinco de los siete bancos obtuvieron una F, la peor calificación. Estos son el banco estatal de Indonesia BNI, el CIMB de Malasia, el ICBC de China. Además de la japonesa MUFG y la estadounidense JPMorgan Chase, que el año pasado adoptaron el principio “No Deforestación, No Turba y No Explotación” (NDPE).
Es claro, por tanto, que las principales instituciones financieras de importancia mundial continúan financiando clientes y activos que promueven la deforestación y la violación de los derechos humanos.
En resumen, surge que, desde el Acuerdo de París (2015) a la fecha, los siete bancos examinados han entregado al menos $22.500 millones a empresas que explotan materias primas por diversos motivos con riesgos de afectación de áreas boscosas.

Estas empresas operan, entre otras cosas, en las tres principales regiones que albergan bosques tropicales: Indonesia, la cuenca del Congo y el Amazonas. Entre estos bancos, JPMorgan Chase fue el más “lujoso” al financiar 6.900 millones de dólares; le sigue el MUFG con 4 mil millones de dólares.
Del lado de las empresas no financieras, hay tres que aún no han hecho avances sustanciales para acabar con la deforestación. Se trata de la multinacional de bienes de consumo Procter & Gamble, el fabricante de golosinas Mondelēz y la empresa de alimentación japonesa Nissin Foods.
De fondo, la tímida mejora en las políticas de algunos colectivos, respecto al año anterior. Entre estos se encuentran: Colgate-Palmolive, Ferrero y Kao, pero siguen rezagados respecto de otros. Entre ellos, Unilever, que parece ser la única empresa que ha adoptado una política de sostenibilidad concreta en las cadenas de suministro de materias primas que suponen un riesgo para los bosques, además de divulgar su huella forestal inicial.
Nestlé, por otro lado, es la única empresa que se ha comprometido a divulgar (para 2023) su huella forestal global en las tres regiones principales de la selva tropical: Indonesia, Congo y el Amazonas.
Por lo demás está la esperanza de que los demás también asuman compromisos iguales pero de fondo está el silencio ensordecedor de los compromisos de políticos y candidatos, en sus propias campañas electorales sobre el tema.
Bastaría con poner apuestas en los «mercados libres» contra la aceptación de productos y servicios que no cumplan con ciertos estándares pero este, sabemos, es el muro en el que se rompe a menudo y con frecuencia la intolerancia de quienes se oponen, diciendo que iría en contra de la libre circulación de mercancías. En cambio, en realidad estamos cuestionando la libre circulación de los derechos y la vida.
Entre todas las infracciones, una de las más graves es la de la relación con proveedores de materias primas.
De hecho, ninguna de las empresas multinacionales examinadas ha suspendido sus relaciones con quienes continúan violando los derechos básicos de las comunidades y abasteciéndose de productores que provocan la deforestación.
Además, ningún banco o empresa bajo análisis ha solicitado a sus proveedores, clientes e inversionistas prueba del cumplimiento del derecho al consentimiento libre, previo e informado (CLPI).
Se recuerda que el Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) tiene por objeto establecer la participación y consulta desde abajo de una población indígena antes del inicio del desarrollo sobre la tierra ancestral o el uso de los recursos en el territorio de una población indígena. En resumen, el CLPI es un derecho específico que pertenece a los pueblos indígenas y está reconocido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI). Les permite dar o negar el consentimiento a un proyecto que pueda ser de su interés o de sus territorios. Pero todo esto parece no interesar ni al financiamiento ni a los actos concretos de los grandes partidos (de cualquier origen y orientación).
El resultado es que, hasta la fecha, ningún banco o empresa ha revelado los procedimientos que utilizaría para garantizar el respeto de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales a decir no al desarrollo en sus tierras.
De hecho, es evidente que, muchas veces, lo que hace poco confiables las declaraciones y compromisos para eliminar la deforestación es la ausencia de mecanismos de verificación independientes y creíbles que garanticen el cumplimiento de las políticas del NDPE (No Deforestación, No Turba y No Explotación: ninguna deforestación). , sin drenaje de turberas y sin explotación). Agregue a esto la consideración de que las empresas no pueden identificar las fuentes de todas las materias primas que compran.
Sin entrar en más análisis y datos, es evidente que se necesita un control y verificación concretos (a través de verdaderos sistemas de certificación, que deberían ser obligatorios) de este insípido criterio del libre mercado que no tiene nada que ver con otra cosa que volverlo irresponsable y procesos, sistemas, empresas y finanzas irresponsables e incontrolables.
Y así, aunque ha habido algunas mejoras en la trazabilidad y divulgación de las listas de proveedores durante el año pasado, se necesita una mayor transparencia para comprender el alcance total del impacto que cada empresa tiene en las cadenas de suministro de aceite de palma, pulpa y papel, carne de res y soja, para nombrar unos pocos.
A esto hay que añadir que esta batalla, que ahora es una guerra global, se gana cambiando también los modelos productivos demasiado desligados de los sistemas humanos y ecológicos. Economía Circular, Agroecología, Energías Renovables Democráticas, son algunos de los aspectos que las Agendas de los Gobiernos y las actividades de las Autoridades Locales deben poner en la agenda.
Se necesita una ecología integral sin la cual, pasado el 2030, se iniciará el descenso progresivo hacia la aniquilación de esta civilización, arrastrando consigo el clima, el medio ambiente, las finanzas y las multinacionales.
No queremos seguir este descenso y creemos firmemente en la conciencia de una civilización, aún demasiado dormida, que no considera que cuando compra cualquier bien y servicio se convierte en Política.

Guido Bissanti

Fonte foto:
https://www.ran.org/




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