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2022 – El comienzo del fin de una era

2022 – El comienzo del fin de una era

La llegada de cada nuevo año, tanto en la vida de cada persona, con su cumpleaños, como de toda la humanidad, es una oportunidad para hacer un balance.
Pero si el saldo de los años cumplidos por cada individuo pertenece al ámbito personal, el de toda la humanidad no puede abordarse individualmente.
No podemos abordar personalmente cuestiones en las que todos estamos involucrados no como individuos sino como familia humana.
Esta afirmación puede parecer vieja y obvia, pero sus consecuencias prácticas no lo son en absoluto.
Abordar los temas sociales y, por tanto, políticos como familia humana cambia sustancialmente el nivel en el que debemos movernos e involucrar indisolublemente no solo áreas sociales sino también ecológicas. Significa moverse desde la perspectiva de la «Ecología Integral» a la que tanto se refiere la Encíclica «Laudato Sì».
Abordar, por tanto, la cuestión social como familia humana es el punto de partida para resolver los problemas no resueltos relacionados con la crisis ecológica y climática, perdón por el juego de palabras.
Hasta el momento se ha intentado (y lamentablemente aún se hace) resolver esta crisis ambiental no anclado al correcto sistema cartesiano, es decir, el de los derechos sociales.
La crisis ambiental es tal porque el sistema económico y social está en crisis. Ese liberalismo que no puede resolver los problemas humanos con diversas medidas correctoras, implementando actualizaciones del tipo que se usa en el software, con las distintas versiones, pero con la reescritura de nuevas reglas que, de hecho, marcan el fin de esta ideología económica – financiera.
En este sentido, la cuestión ecológica es incluso ante todo una cuestión de justicia global; una justicia que debe respetar los derechos humanos y los derechos ambientales al mismo tiempo, como hijos de una misma Ley.
Esto significa que no podemos resolver la emergencia ecológica y climática sin reescribir las reglas económicas que, de hecho, son solo la manifestación última de las reglas sociopolíticas.
La frase atribuida a A. Einstein, quien solía decir «No podemos resolver problemas con el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos, siempre es útil». Bueno, la cuestión ecológica pertenece a esta categoría. De hecho, es el problema que, una vez resuelta la modalidad, llegará a fin de mes con toda la ecuación.
Dicho en términos mucho más simples, significa que si no encontramos el valor de la incógnita no podemos resolver matemáticamente la ecuación y la incógnita es el sistema sociopolítico. Por tanto, razonar en términos algorítmicos, significa que si el factor desconocido utilizado hasta ahora (el sistema liberal) ha provocado tales desastres, es precisamente esto lo que hay que cambiar.
Traducido a términos aún más comprensibles significa que esta incógnita se ha movido y aún se mueve fuera del nivel de las reglas de la Ecología (social y natural) provocando desequilibrios, injusticias, inequidades, pobreza, miseria.
Aquí podríamos mencionar a Aurelio Agostino d’Ippona, filósofo, obispo y teólogo romano de origen norteafricano pero de lengua latina.

Agustín ya tenía claro (creo que estamos poco después del 1400 d. C.) que el deseo de libertad humana no se puede satisfacer, sin reglas predeterminadas, sin incurrir en graves consecuencias contra la Naturaleza. Ya tenía claro lo que luego afirmó, especialmente con la Ilustración, que una vida fuera del conocimiento de las reglas de la Naturaleza no podía convivir tanto en la persona como en el conjunto de la humanidad.
Esto equivale a decir que si construimos sistemas políticos que «contaminan» o son «corruptos» con respecto a las reglas y principios de la Naturaleza, toda la Naturaleza se verá afectada negativamente y, con ella, esa partícula de ella que toma el nombre de la Humanidad.
Para ello la Línea Ecológica debe convertirse en una, de hecho, la Cuestión Moral.
La línea de Ecología que se convierte en cuestión moral es la única Línea Recta, que al reconstruir la armonía económica y política nos permite realinearnos con la Naturaleza.
La Línea Ecológica recta es, por tanto, la única capaz de encontrar el valor de la incógnita que puede resolver la ecuación económico-política.
Por eso no podemos encontrar solución operando esta “transición ecológica” sin poner en la base de esta una equidad social, sin la cual la violencia sigue sembrando entre los pueblos.
Dicho de manera muy clara: no se necesitará todo el dinero del PNRR u otros Fondos Estructurales, la Transición Ecológica no servirá de nada si no va precedida de una Conversión Ecológica; nada será rentable si no dictamos reglas que se muevan a lo largo de la Línea Recta.
En esta dirección, el compromiso con una auténtica ecología de vida es de todos; nadie puede ser llamado, mirar para otro lado o culpar a la «política» de los errores que nos pertenecen por herencia recibida (lo viejo desconocido).
Este es el caso de las políticas alimentarias. Activo material primario de la Humanidad.
Seguimos queriendo resolverlos utilizando el «mismo tipo de pensamiento» heredado del modelo liberal. En estas políticas generamos mucha confusión.
Hablamos de mercados, precios, excelencia, calidad, etc., muchas veces dando epítetos indebidos a estos términos y terminando pensando y actuando con los mismos principios del modelo liberal que, quizás, odiamos.
Para quienes aún no lo tienen claro, esta forma de pensar es precisamente la que genera esa diferencia de potencial que genera solo productores y consumidores y que, con base en el nivel del libre mercado sin reglas (si no la «libre» circulación de bienes), es la base de modelos colonialistas dominantes, a menudo de privación de libertades y derechos elementales.
El opulento Occidente (pero cada vez más pobre en naturaleza y recursos) se emborrachó con palabras como «libre mercado», «competencia», etc. que en cambio contienen una ruptura sin precedentes del «Pacto con la Naturaleza».
La naturaleza (y por lo tanto la humanidad en ella) se mueve con diferentes reglas y contiene principios inalienables.
En el horizonte, sin embargo, comenzamos a ver los primeros atisbos de una nueva era. Términos como Economía Circular, Soberanía Alimentaria, Ética Social, etc., son como los primeros atisbos de una era tan oscura que estuvo marcada por el genocidio, las bombas atómicas en Japón, las guerras frías por el dominio, etc.
Quizás, para dar esperanza a este nuevo año, conviene recordar las palabras de Paulo Coelho «La hora más oscura es la que precede al amanecer».
Quizás, en medio de una pandemia de Covid 19, que es el efecto de esta causa, vale la pena recordarnos que en este futuro, que ya ha comenzado, los que contaminan, los que conspiran en la destrucción de la armonía de la vida, rompe el pacto con las leyes de la naturaleza.
En este futuro, ya no hay lugar para la mesa de los acusadores, para una ecología sin «Línea Recta», para una economía sin evidencia de las secuelas, sino sólo para la de los acusados ​​(todos, sin excepción).
Debemos trabajar por un «liberalismo» de los derechos humanos; todo lo demás es retórica y ambigüedad.

Guido Bissanti




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