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Cambiar la dieta para salvar el planeta

Cambiar la dieta para salvar el planeta

¿Existe un vínculo íntimo entre la nutrición humana y la protección de la biodiversidad?
Partimos de la visión de que la nutrición humana pertenece a una de esas necesidades, de carácter físico, que es superior a otras necesidades.
Para la especie humana, el acto alimentario no es sólo una necesidad puramente energética sino que contiene dentro de ella una serie de consecuencias y manifestaciones que le dan a este acto una connotación mucho más compleja.
Sociales, culturales, artísticas, económicas, etc., relacionadas con la alimentación, hacen de esta necesidad primaria un vehículo de transformación interna y externa de todo ser humano.
El dicho «somos lo que comemos», ya apoyado a mediados del siglo XIX por el filósofo alemán Ludwig Feuerbach, hoy más que nunca adquiere un mayor significado ya que es cada vez más evidente cómo nuestros hábitos alimentarios interfieren tanto con el entorno externo como, por ejemplo, a nivel íntimo, con el ser humano.
Feuerbach, en su obra, “La esencia de la religión” de 1845, manifestó: “Estamos ubicados dentro de la naturaleza; Y debería situarse nuestro comienzo, nuestro origen fuera de él? ¿Vivimos en la naturaleza, con la naturaleza, de la naturaleza, y no deberíamos derivar de ella? ¡Cuánta contradicción! ”
Una consideración que no puede hacernos reflexionar sobre el vínculo íntimo entre la humanidad y la Naturaleza que la rodea y de la que vive y en la que se reproduce.
Volviendo así a los conceptos sobre nutrición, parece claro que el camino emprendido en los últimos tiempos por la humanidad no se ha hecho dentro de la naturaleza sino según principios ajenos a ella que, por tanto, han «desnaturalizado» al ser humano hasta confinarlo a un «hábitat» hecho de decadencia, pobreza y miseria.
El camino emprendido, sobre todo, en la década de 1950, cambió la mayoría de las reglas que estaban en la base de la producción agrícola y, con ellas, la nutrición de regiones enteras del planeta.
Con el objetivo (torpe y no tan sincero) de aumentar los rendimientos agrícolas para alimentar al Planeta, se han ignorado la mayoría de las reglas ecológicas que subyacen a los seres vivos de una granja (plantas, hongos, animales, etc.). un modelo energético mucho más pobre e inestable (M. Altieri, “Agroecología. Un camino viable para un planeta en crisis” y V. Svhiva, “Agroecología y crisis climática).
A nivel de empresa ha habido una creciente necesidad de factores externos para compensar este error (fertilizantes sintéticos, insecticidas, herbicidas, etc.) y el colapso gradual contextual de la fertilidad del suelo y la biodiversidad agrícola.
A nivel planetario se ha producido una contracción de las especies cultivadas, una erosión de los recursos ecológicos (biodiversidad, fertilidad, calidad del aire y del agua, etc.) y un empobrecimiento de la dieta alimentaria mundial donde, actualmente, la humanidad utiliza, para el 90 por ciento de su dieta de origen animal, sólo 14 especies de mamíferos y aves, y sólo cuatro especies – trigo, maíz, arroz y patatas – proporcionan al organismo la mitad de su energía vegetal.

In detail of the planetary scenario following this «ecological involution» more than a third of the land is exploited and now depleted (sometimes irreversibly), and 62% of living species are threatened by extinction. An account, more than salty, of human activities related to agriculture. I count that it will be at the center of the next World Conference on Biodiversity (the fifteenth or COP15, not to be confused with the most famous COP on climate), the first since the COVID-19 pandemic, which should take place in 2021 in China and which should trace the guidelines for the future of food production.
To get prepared for this great event, 366 researchers from 42 countries, coordinated by Thomas C. Wagner of the University of Gottingen, Germany, and the Chinese Westlake University, have signed a manifesto-appeal that contains some proposals for the next post -2020 Global Biodiversity Framework (GBF), inviting the world to change its point of view and to reorganize the agricultural system in an ecological and sustainable way, to make it a strength and not a critical point of the current revolution.
Of course, the aim will be not only to pay attention to the way of producing food, but of how to link this moment to food. A process of mutual symbiosis and osmosis in which the diversity of one results in a diversification of the other.
The goal of the new way of understanding this relationship, which takes the name of Agroecology, enters straight into this concept.
To clarify those who are now hastening to use this term, a bit like what happened with the concept of «sustainability», abused and often profaned, it must obviously be said that agroecology is something that goes beyond simple technical aspects: it is a philosophy of life, of behaviors, of processes, of the sense of understanding the way we obtain food and how its newfound intrinsic healthiness contributes to enriching the human being; Of course, not only from a food point of view but making it become “what it eats.”
In this sense, future national agri-food policies must aim at safeguarding and recovering biodiversity, cause and effect, of a production system in line with ecological principles (and therefore more stable and resilient) and with human needs.
Simply put, a more stable ecological and agri-food planet corresponds to humanity with greater material and spiritual well-being and, as a result, far more stable national and international policy systems.
In order to do all of this, however, the references to the old market criteria and capitalist economy must be detached from the equation of agri-food policies.
We need to implement a new political equation that sees in the circular economy and local capacities the criteria for building a new production, market, economy and, clearly, food model, which are written on the ethical principles of ecology, which are simpler of what they may appear.
Simply put, we must rewrite and review all those policies that still lead us to the edge of a very dangerous abyss.
To undertake this new direction (of which, however, we can already see the signs of the change) it is necessary to do so with a feeling that derives from the words of that scientist who, more than others, traced the new epistemology and philosophy of science and consciousness: » We can’t solve problems with the same kind of thinking we used when we created them. »

Guido Bissanti




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