Por una economía de paz
Por una economía de paz
Nuestro sistema económico nació hace unos milenios cuando la humanidad asustada comenzó a observar la Naturaleza.
En él creía haber visto una ley: la más fuerte que domina a la más débil.
La historia humana pronto se basó en este paradigma. Prevaricación, dominación, ley del más apto … guerras.
Sobre este sistema de dominación, de imposiciones, de reglas colonialistas, hemos construido las «leyes del mercado» …
… la ley del más fuerte sobre el más débil y el último destinado a sucumbir.
En el umbral del tercer milenio, la historia nos muestra cuán tristemente han fallado estas reglas.
Mercados, competencia, finanzas … un trinomio que ha generado devastación, degradación, pocos ricos y muchos pobres … ¡muchos marginados!
Sin embargo, la naturaleza, subyugada por nosotros, dominada, humillada, sufriendo … todavía está allí … con sus Códigos.
Hemos observado partes de la naturaleza sin comprender su unidad. Miramos las celdas y los Juntos se nos escaparon.
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Pensamos que beneficiaba a los más fuertes y no entendimos que se protegía a sí mismo.
A la larga, el lobo sin la hormiga no tiene esperanza de sobrevivir.
El gran elefante herbívoro de la jungla sin el trabajo laborioso de la abeja no puede tener futuro.
La naturaleza nos ha enseñado que su economía se basa en la subsidiariedad y el intercambio.
Una economía sin compartir con los débiles no tiene futuro.
Sin embargo, este milenio ha sido precedido por rayos de sol que han iluminado el camino de la humanidad.
Mahatma Gāndhī, Martin Luther King, Bob Kennedy … hombres cuya historia reciente aún no ha entendido el mensaje …
… desobediencia civil masiva … Tengo un sueño … Discurso de Bob Kennedy del 18 de marzo de 1968:
«El PIB mide todo pero no lo que hace que valga la pena vivir»
Y no puede haber dignidad sin compartir, compartir, para decirlo como el Papa Francisco:
«Nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo bote, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos».
Guido Bissanti