Cómo cultivar apio de forma biológica
Cómo cultivar apio de forma biológica
El apio (Apium graveolens L., 1753) es una de las verduras más consumidas directamente, en ensaladas y condimentos, y después de la cocción.
Es una especie herbácea que, tanto en la naturaleza como en Italia, es autóctona de los países de la cuenca mediterránea y de casi todo el centro y sur de Europa, así como a Asia en una amplia gama que abarca desde Oriente Medio hasta el China.
Es una de las plantas más fáciles de cultivar con la condición de que se tengan en cuenta algunas indicaciones simples.
Es una planta que crece bien con temperaturas suaves y en ausencia de cambios de temperatura.
En lo que respecta al sustrato, el apio se adapta muy bien a suelos de textura media o sueltos, frescos, profundos y ricos en materia orgánica y calcio con un pH que permanece alrededor de 7.
El apio se debe sembrar preferiblemente en un semillero, pero ya se puede hacer en hileras cercanas o en macetas de turba con 1-3 semillas por maceta.
Por lo tanto, la semilla debe cubrirse con una capa de tierra muy ligera (0,5 cm o menos) que debe mantenerse constantemente húmeda hasta que se desarrolle la plántula.
Para el momento del trasplante, es necesario esperar a que las plántulas jóvenes emitan 4-5 hojas y alcancen una altura de 15-20 cm.
La siembra de cada planta debe hacerse hasta el área del collar.
Es importante regar abundantemente, especialmente en la fase posterior al trasplante; riego que debe garantizarse cada vez que las capas superficiales se hayan secado.
El tiempo de trasplante depende de la técnica de cultivo. En el invernadero se puede trasplantar entre diciembre y enero y luego tener una cosecha en abril-mayo; en campo abierto es mejor esperar el primer calor de primavera, teniendo cuidado si no hay condiciones de retorno de frío.
Para una mejor calidad organoléptica y para sistemas agroecológicos más efectivos, tenga en cuenta la posibilidad de asociar el apio como se indica en la siguiente hoja.
En lo que respecta a la fertilización, especialmente para garantizar una mejor calidad, se deben evitar los fertilizantes minerales como los nitratos o fosfatos. Por esta razón, para obtener un suministro equilibrado de nutrientes y una buena fertilidad general del sustrato, es necesario optar por la fertilización orgánica basada en estiércol maduro. El estiércol debe ser enterrado con una excavación profunda a 30-40 cm.
Si desea obtener una base de apio más blanda y blanda (etiolación), recomendamos desmalezar las plantas manualmente o, en el caso de cultivos más extensos, con máquinas especiales de arado.
La cosecha se realiza tan pronto como las plantas estén completamente desarrolladas y las costas hayan alcanzado un blanqueo suficiente: para el procedimiento es suficiente para erradicarlas en seco. Posteriormente, la raíz se corta en el punto de inserción de las vainas más externas.