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Cómo podar la mora

Cómo podar la mora

La Mora es una planta del género Morus L., que pertenece a la familia Moracee, nativa de Asia, pero también generalizada, en su estado natural, en África y en América del Norte. Incluye árboles frutales o arbustos de tamaño medio o mediano, de hasta 15 metros de altura, comúnmente llamados moras.
Es reconocido por tener hojas alternas, ovaladas o con un margen dentado. Las principales especies conocidas y que se encuentran en Italia y en Europa son la mora blanca (Morus alba) y la mora negra (Morus nigra), mientras que las otras son de varias partes del mundo.
El «fruto» de la mora es una infructescencia (sorosa) formada por muchos frutos pequeños yuxtapuestos, generados por tantas flores y, por lo tanto, como tantos ovarios. Todo se coloca sobre un tallo.
La morera blanca (Morus alba L.) fue importada a Europa con el gusano de seda que se alimenta de sus hojas. Hasta mediados de la década de 1900 tuvo una gran difusión; luego, con la aparición de las fibras sintéticas, desapareció la cría del gusano de seda y con ella también la mora blanca.
Hoy en día, esta planta, junto con la morera negra (Morus nigra L.) y la morera roja (Morus rubra L.), es hoy una planta cultivada más que cualquier otra cosa por sus frutos.
En esta tarjeta veremos los aspectos de la mejor conformación de estas plantas para la producción de «moras» y, por lo tanto, cómo podar la mora.
Digamos que, en general, los árboles de morera pueden estar sujetos a dos formas principales de poda. Formación o mejora de podas y podas de producción.
En el primer caso, el propósito para el cual se lleva a cabo esta operación es modelar, o más bien, dar forma a la estructura del árbol, de modo que, desde una edad temprana, la planta se desarrolle de la mejor manera, brindando la mejor cantidad y calidad de fruto.

La poda de producción se realiza cuando el árbol ya se ha desarrollado y ya ha asumido su forma futura. Además, este procedimiento se lleva a cabo para eliminar las estructuras que pesan el árbol de morera. Al hacerlo, favorece un aumento en la floración y el nivel de productividad del propio árbol.
Con respecto al período óptimo para realizar operaciones de poda de morera, éstas coinciden con el comienzo de la temporada de primavera, ya sea para entrenamiento o para poda de mantenimiento. En ambos casos, el período más adecuado es el de finales de marzo, cuando las temperaturas comienzan a subir.
La necesidad de operar las operaciones de poda a finales de marzo también es necesaria porque es el mejor momento para evaluar la presencia de ramas dañadas por el frío, por el mal tiempo (granizo, viento, etc.) o ahora secas.
Esta intervención, por lo tanto, además de dar un nuevo equilibrio vegetativo, la planta la libera de partes inútiles que podrían afectar la floración y, por lo tanto, la producción.
En cuanto a la poda de entrenamiento, es necesario intervenir inmediatamente después de plantar la plántula joven, que debe apoyarse en un soporte (preferiblemente en madera) que deje a una altura de 80-100 cm (dependiendo también del desarrollo y el vigor de la especie). ) 3 o 4 ramas equidistantes entre sí y posiblemente inclinadas 60 ° desde el nivel del suelo.
Estas ramas representarán la estructura futura de la planta, de la cual saldrán todas las ramas productivas.
De esta manera, se le da a la planta una forma, llamada jarrón, que permite una mejor ventilación interna, entre otras ventajas.
Digamos que, una vez que se forma la planta de morera, en los años siguientes no requiere ningún truco de poda especial, excepto aquellos para evitar el crecimiento de ramas excesivas en el interior o la intersección de éstas. Además, otro truco a seguir es nunca hacer una poda drástica, sino simplemente, cada año, en el período de fines de marzo para eliminar las partes dañadas o incluso por la presencia de enfermedades de las plantas. De esta manera, la técnica de poda permitirá una renovación continua de la Planta con presencia de ramas siempre capaces de florecer y, por tanto, dar buenas producciones y alta calidad.
Este aspecto es de importancia fundamental, no solo porque de esta manera vamos a influir positivamente en el nivel de floración y productividad del propio árbol de mora, sino también porque la probabilidad de que el árbol entre en contacto con posibles fuentes de Contaminación patógena. Finalmente, con la poda del follaje, el crecimiento y el tamaño del árbol también se regulan, creando así puntos de paso a través de los cuales el sol puede penetrar e irradiar toda la estructura de la mora.
Otro aspecto importante de la técnica de poda, que a menudo se pasa por alto incluso por el personal asignado a estas operaciones, es que se utilizan herramientas esterilizadas, adecuadas para el tipo de intervención que debe implementarse y perfectamente afiladas para evitar rasgaduras, que son los puntos principales de Entrada de hongos y otras enfermedades de las plantas.
Por esta razón, por ejemplo, siempre es necesario recordar usar las tijeras para cortar las ramas más delgadas, mientras que para cortar ramas más grandes, se deben usar sierras más grandes o sierras si es necesario quitar ramas más grandes.




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