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Ventajas de los sistemas agroforestales

Ventajas de los sistemas agroforestales

Como es sabido, la agroforestería consiste esencialmente en integrar el cultivo de árboles dentro de entornos agrícolas. Es un medio práctico y de bajo costo para implementar muchas formas de gestión sostenible de los recursos naturales.
La creciente investigación sobre sistemas agroforestales, aplicada y realizada en diversas partes del mundo, destaca que estos determinan una serie de ventajas ambientales que se pueden resumir en la siguiente ficha:
1. tienen una productividad global mayor que la suma de monocultivos equivalentes;
2. diversificar la producción agrícola;
3. conciliar la producción de alimentos con la de biomasa;
4. disminuyen los aportes de fertilizantes, productos fitosanitarios, etc.;
5. aumentar la biodiversidad, directa e indirectamente;
6. mejorar la fertilidad del suelo;
7. proteger el suelo de la erosión y la contaminación;
8. mejorar la calidad del agua;
9. aumentar el carbono almacenado en el sistema;
10. mejorar el paisaje.
Por lo tanto, los sistemas agroforestales se consideran ventajosos tanto desde el punto de vista ambiental como productivo por varias razones.
Dijimos que los árboles presentes en los sistemas agroforestales absorben CO2 de la atmósfera durante la fotosíntesis y almacenan carbono en sus tejidos. El almacenamiento promedio de carbono mediante prácticas agroforestales se estimó en: 9, 21, 50 y 63 Mg C Ha-1, en regiones semiáridas, subhúmedas, húmedas y templadas, respectivamente. Para los sistemas agroforestales de pequeña escala en los trópicos, las tasas potenciales de secuestro de C varían de 1,5 a 3,5 Mg C Ha-1 año-1 (Montagnini F., Nair P.K.R. 2004).
La presencia de árboles en sistemas agroforestales mejora la prevención de la erosión del suelo. Las raíces de los árboles ayudan a estabilizar el suelo, minimizando el riesgo de erosión causada por el viento y el agua. Además, las hojas caídas y otros restos vegetales ayudan a aumentar la materia orgánica del suelo, mejorando su estructura y fertilidad.
Los sistemas agroforestales proporcionan hábitat para una amplia gama de plantas, animales y organismos del suelo. La variedad de especies que se encuentran en los sistemas agroforestales respalda la biodiversidad local, proporcionando refugio, alimento y hábitat para muchas especies, incluidos insectos, aves y pequeños mamíferos beneficiosos. Esta biodiversidad también contribuye al control natural de plagas y enfermedades.
El uso de árboles en combinación con cultivos agrícolas reduce la necesidad de utilizar productos fitosanitarios y fertilizantes químicos. Por ejemplo, los árboles proporcionan sombra a los cultivos subyacentes, reduciendo así la competencia con las malas hierbas y la necesidad de herbicidas. Además, algunas especies de árboles fijan nitrógeno atmosférico, lo que reduce la dependencia de los fertilizantes nitrogenados.
La presencia de árboles en sistemas agroforestales contribuye a mejorar la gestión de los recursos hídricos. Los árboles ayudan a reducir la evaporación del agua del suelo, manteniendo un ambiente más húmedo para los cultivos que se encuentran debajo. Además, los sistemas agroforestales reducen significativamente el riesgo de inundaciones y mejoran la calidad del agua mediante filtración natural.
Numerosas investigaciones científicas han subrayado no sólo la validez de estos sistemas, que contrastan con los monocultivos, a menudo herbáceos, sino la necesidad de su introducción e integración en los paisajes agrícolas (Plieninger T. et al. 2020).
De hecho, sabemos cómo las estructuras y funciones de los ecosistemas terrestres tienen fuertes efectos en los ciclos biogeoquímicos globales.
Hemos observado que investigaciones sustanciales han puesto de relieve la necesidad de diseñar y preparar sistemas agroforestales que, además de tener en cuenta los elementos ecológicos intrínsecos del paisaje y sus factores socioeconómicos, puedan tener efectos positivos sobre el microclima, mitigando las tensiones ambientales asociadas. a los sistemas de monocultivos. Los modelos agroforestales probados también se diseñaron sobre la base de un análisis geográfico del uso de la tierra.
Los sistemas agroforestales intervienen positivamente en el ciclo del agua y del carbono, en términos de flujos ecosistémicos de transpiración y asimilación, mejorando el uso de los recursos hídricos y la productividad de los cultivos herbáceos.
Más allá de las implicaciones económicas, que serán abordadas en el próximo capítulo, esta investigación ha podido verificar que los elementos de innovación, introducidos en el contexto del desarrollo de actividades agroforestales, pueden ser utilizados concretamente por los actores territoriales.
Es evidente que en los territorios cubiertos por algunos estudios, como por ejemplo el realizado para el Val d’Aniene (Alimonti M. 2010), se puede afirmar que los territorios en cuestión, a pesar de presentar notables características socioeconómicas problemas, muestran una disponibilidad de recursos ambientales que permitan una recuperación de la funcionalidad del paisaje ecológico y sus elementos constitutivos y una mejor integración entre los componentes social y ecológico.
Es útil señalar, por tanto, que los sistemas agroforestales a menudo no reemplazan las prácticas agrícolas comunes, sino que las integran y mejoran para producir más y de manera más sostenible.
En conclusión, el desarrollo de sistemas agroforestales contribuirá a restablecer el justo equilibrio entre las actividades agrícolas y el medio ambiente, a salvaguardar las tradiciones agrícolas de los distintos territorios y a prever una posible reorganización de los mismos, sin comprometer los ingresos de los agricultores; contribuyendo también a un incremento de los productos y servicios ofrecidos.

Guido Bissanti




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