Un mundo ecosostenible
Ambiente en Vivo

Cuántos árboles plantar para «refrescar» el planeta

Cuántos árboles plantar para «refrescar» el planeta

Los árboles desempeñan un papel innegable en los ecosistemas del mundo.
Las principales funciones que desempeñan estos organismos vivos se pueden resumir en 10 acciones fundamentales.
– Producción de oxígeno: a través de la fotosíntesis, los árboles absorben dióxido de carbono (CO₂) y liberan oxígeno (O₂), fundamental para la respiración de los seres vivos.
– Secuestro de carbono: los árboles almacenan carbono en sus tejidos, ayudando a reducir la concentración de CO₂ en la atmósfera y mitigando así los efectos del cambio climático.
– Regulación del clima: Los bosques influyen en el clima local y global mediante la regulación de la temperatura y la humedad. Los árboles proporcionan sombra y refrescan el aire mediante la evapotranspiración.
– Ciclo del Agua: Los árboles juegan un papel clave en el ciclo del agua, reteniendo agua en el suelo y facilitando su infiltración, reduciendo así el riesgo de inundaciones y mejorando la calidad del agua.
– Hábitat y biodiversidad: los árboles proporcionan hábitat y recursos alimentarios para una amplia gama de especies de plantas y animales, apoyando la biodiversidad. Los bosques se encuentran entre los ecosistemas más ricos en especies del mundo.
– Protección del suelo: Las raíces de los árboles estabilizan el suelo y previenen la erosión. La cubierta forestal protege el suelo del impacto directo de las lluvias.
– Purificación del aire: los árboles filtran y absorben diversas moléculas, como ozono, dióxido de azufre y partículas, mejorando la calidad del aire.
– Valor cultural y recreativo: Los árboles y los bosques brindan beneficios estéticos, culturales y recreativos a las personas. Los espacios verdes urbanos contribuyen al bienestar psicológico y físico de la población.
– Ciclo de nutrientes: los árboles contribuyen al ciclo de nutrientes mediante la descomposición de hojas y ramas, devolviendo nutrientes esenciales al suelo y favoreciendo la fertilidad del suelo.
– Apoyar los servicios ecosistémicos: además de las funciones específicas mencionadas anteriormente, los árboles apoyan una amplia gama de servicios ecosistémicos que son cruciales para la salud de los ecosistemas y el bienestar humano.
En referencia entonces a la mayor capacidad de los árboles para absorber CO2, en comparación con las especies arbustivas, y más aún con las especies herbáceas, es evidente que la plantación de árboles puede representar un factor importante en la mitigación del clima, la calidad del aire, etc.
Un árbol adulto puede absorber una cantidad significativa de dióxido de carbono (CO2), pero la cantidad exacta varía según la especie de árbol, las condiciones ambientales y su salud y tamaño. De media, se estima que un árbol adulto puede absorber entre 10 y 40 kg de CO2 al año.
Un árbol adulto, en condiciones medias, puede absorber aproximadamente 22 kg de CO2 al año.
Sin embargo, los árboles de los bosques maduros pueden absorber mayores cantidades de CO2 debido a su densidad y diversidad de especies.
Pero los árboles juegan un papel importante en la ciudad. Estas plantas, en zonas urbanas, a pesar de estar expuestas a un mayor estrés ambiental, juegan un papel crucial en la absorción de CO2 y en la mitigación de la contaminación atmosférica.
Partiendo de todas estas consideraciones genéricas y sintéticas, queda claro que estas especies pueden desempeñar un papel importante a la hora de restablecer el equilibrio ecológico y entrópico del planeta a las condiciones de hace al menos un siglo.
En este sentido, un estudio de 2019 demostró el enorme potencial de secuestro de carbono operado por estas plantas.
El estudio demostró que para «refrescar» el planeta, sería necesario plantar un billón de nuevos árboles de aquí a 2050.
Pero para evitar malentendidos, dado que en esta era las redes sociales tienden a simplificar (y a menudo trivializar) conceptos, la cuestión es mucho más compleja.
De hecho, existe el riesgo de que la mera idea de plantar árboles lleve a la opinión pública a pensar que esto es suficiente para resolver la crisis climática y que todas las transformaciones de época que deberíamos imponer a nuestra existencia para hacerla más sostenible son ya no es necesario.
Cuánto más falso y engañoso.
Ciertamente la presencia de una mayor cantidad de especies arbóreas nos permitiría desempeñar todos esos roles ecológicos, climáticos y sociales resumidos anteriormente.
Sin embargo, los árboles (como todas las plantas) no son individuos que alguna vez vivan una vida separada de su contexto. Estos establecen vínculos muy complejos (que la propia ciencia todavía tiene que explorar en gran medida) con el resto de organismos vivos (incluido el ser humano). Además, cada planta crece y vive bien en algunos contextos y en algunas asociaciones, por lo que si pensáramos en plantar árboles indiscriminadamente, sin tener en cuenta el hábitat particular, correríamos el riesgo, en algunos casos, de recibir un remedio peor.
Basta pensar en algunos hábitats importantes para la reproducción, como ciertos claros, donde las aves deben encontrar espacio, luz y ciertas condiciones para poner. La idea de plantar árboles en estos claros desencadenaría un efecto dominó ecológico mucho peor que el propio remedio.
Evidentemente los ejemplos son mucho más complejos y son explorados en profundidad por expertos del sector, como naturalistas, agrónomos, forestales, botánicos, etc. que, en definitiva, estudian los hábitats y la vegetación potenciales y, por tanto, pueden establecer no sólo si y cuándo es posible insertar especies vegetales (ya sean arbóreas, arbustivas o herbáceas), sino de qué manera, asociaciones, concentraciones, etc.
De hecho, como se mencionó, las plantas establecen toda una serie de vínculos complejos que, sólo en conjunto, garantizan las funciones antes mencionadas.
Podemos definir el conjunto de especies vegetales, animales, hongos, bacterias, virus, etc., como las células de un organismo mucho más complejo que es la ecosfera, formada, entre otras cosas, por una parte aérea y una parte interna ( el suelo) que, en continua interacción, intercambian constantemente las tres formas de la sustancia de la que está hecho el universo (y por tanto nuestro planeta), a saber: información, energía y materia.
Los mismos cálculos sobre CO2 absorbido, emisión de O2 u otras funciones típicas, cambian considerablemente modificando toda una serie de valores. Además, la segunda ley de la termodinámica que, en pocas palabras, nos dice que en cualquier sistema energético, incluido un ecosistema, la entropía (una función ligada a la dimensión temporal y al desorden de un sistema) tiende a crecer infinitamente.
Sin embargo, cuanto más diversificados son los sistemas (por tanto no sólo los ecológicos sino también los sociales), mejor disipan la energía, produciendo menos entropía. En definitiva, son mucho más estables y “frescos”.
Esto, en palabras muy simples, significa que plantar árboles no es suficiente para evitar que el planeta se desborde; necesitamos crear sistemas disipativos mucho más eficientes (ecosistemas más biodiversos y relacionados con los hábitats del planeta y ecosistemas sociales que puedan sincronizarse con estos y no interferir).
Esto equivale a decir que nuestros modelos sociales deben parecerse a los sistemas ecológicos, deben sincronizarse con ellos, siguiendo un «software» muy específico cuyos derechos de autor y licencia pertenecen únicamente a la naturaleza y que no son modificables ni ignorables.
En pocas palabras, y al final de este artículo, cuando se afirma que: basta con plantar árboles para salvar el planeta, no hacemos ningún favor no sólo al conocimiento de la gente corriente sino también a su conciencia.
Para salvar el planeta necesitamos una conversión de nuestras formas de vivir, de ver, de movernos, de pensar, de hacer política, etc.
Debemos estudiar cuidadosamente el software de la naturaleza, que nos otorga sus derechos de autor sin costo alguno, e implementarlo en todas las cosas y actividades cotidianas.
Plantar árboles es ciertamente un trabajo meritorio y debe realizarse según ciertos criterios (proporcionados en el software); sin embargo, es aún más importante comprender los principios de este software. Sólo así se salvaguardarían los ecosistemas ecológicos y humanos durante un período histórico mucho más largo porque produciríamos menos entropía que, casualmente, es la función que genera el paso del tiempo.
Mecánica cuántica y termodinámica docet.

Guido Bissanti




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *