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El Decreto de Sequía declara la guerra a la Biodiversidad

El Decreto de Sequía declara la guerra a la Biodiversidad

Es noticia de los últimos días de la aprobación del llamado Decreto de Sequía por parte del Gobierno italiano.
En esta disposición, en el artículo 9-bis del Decreto Ley, se intentó por enésima vez insertar una reforma titulada: «Disposiciones urgentes en materia de genética agrícola».
Establece que, para permitir la realización de actividades de investigación en «sitios experimentales autorizados», y pendiente -por parte de la Unión Europea, de una regulación orgánica en la materia, la autorización para la liberación intencional al medio ambiente de organismos producidos con Genómica técnicas de edición (TEA) mediante mutagénesis dirigida al sitio o cisgénesis con fines experimentales y científicos está sujeta, hasta el 31 de diciembre de 2024, a las disposiciones de la legislación nacional contenidas en el artículo 9-bis de la Ley.
Para mayor claridad recordamos que los TEA son una serie de técnicas que operan lo que se denomina edición genómica, es decir, una intervención sobre puntos limitados del ADN de un ser vivo.
Estas técnicas se promueven en la agricultura como biotecnologías capaces de hacer que las plantas expresen las características y propiedades deseadas. Por ejemplo, resistencia a enfermedades, sequías, insectos, herbicidas y pesticidas.
Cabe destacar que el Tribunal de Justicia de la UE, en una sentencia de 2018, equiparó en todos los aspectos las nuevas especies así obtenidas a Organismos Genéticamente Modificados.
De todo esto, lo que más te deja asombrado es tanto político como científico.
– Sobre el fondo político ya que la reforma en la materia está fuera de contexto dado que el Decreto Legislativo dicta «Disposiciones urgentes para la lucha contra la escasez de agua y para el fortalecimiento y adecuación de las infraestructuras hidráulicas», por lo que nada tiene que ver con el tema de los modelos de producción agrícola.
– Por mérito científico porque en un país, como Italia, donde desde hace años se lucha en varios frentes para recuperar el inestimable patrimonio de la biodiversidad agrícola, cada vez más amenazada por las técnicas de cultivo intensivo y especializado, la introducción de especies asimilables a todos los efectos a los extranjeros o no nativos representan una amenaza adicional, como lo destacan los últimos datos de ISPRA.
Al hacerlo, existe el riesgo de una mayor erosión de esa biodiversidad que, ya a nivel mundial, se encuentra en su punto más bajo. Baste decir que los datos recientes de la FAO nos dicen que de unas 6.000 especies de plantas cultivables, las que realmente se utilizan en la producción de alimentos se han reducido a solo unas 200 y que el 66 % de la producción agrícola mundial consta de solo 9 especies (caña, azúcar, arroz , maíz, trigo, patata, soja, fruto de la palma aceitera, remolacha azucarera y mandioca).
Si consideramos entonces que Italia es el mayor depósito de biodiversidad tanto natural como agrícola de Europa y que este patrimonio ha estado en fuerte declive en las últimas décadas, entendemos cómo se fundamenta esta preocupación.
Recordamos que las especies y razas autóctonas representan para la agricultura, la ganadería y la silvicultura un patrimonio de resiliencia no solo frente al cambio climático sino también frente a la pérdida general de fertilidad de los ecosistemas, tanto naturales como rurales.
Si a esto le sumamos que la agrobiodiversidad es el fruto y el legado sabiamente dejado por la selección de generaciones de agricultores, todo esto puede hacernos comprender en qué abismo oscurantista se quiere trocar una pseudo ciencia por pseudo motivaciones.
Desde la segunda mitad del siglo pasado se sabe ya que son precisamente los sistemas biodiversos los que pueden asegurar una mejor resistencia y Productividad Primaria incluso en condiciones de mayor estrés (recordemos en esta disciplina que el premio Nobel de química fue otorgado a Y. Prigogine en 1997; premio Nobel otorgado por el mérito de los descubrimientos relacionados con la dinámica de sistemas complejos).
Recordamos que el mecanismo disipador de energía de estos sistemas es la base de la agroecología y cómo esta disciplina, muy deseada por la Unión Europea también con las dos estrategias De la granja a la mesa y Biodiversidad 2030, es el punto de partida sobre el que construir modelos productivos más resilientes. , tanto en términos ecológicos como económicos y sociales.
Entre otras cosas, destacamos cómo el sector agrícola actual (con su sistema de hiperespecialización, frente a las necesidades termodinámicas inherentes a los sistemas biodiversos) representa una amenaza para el 86% de las especies en peligro de extinción; este dato ya ha salido del informe «Food system impacts on biodiversidad loss», publicado el 3 de febrero de 2021 por el centro de estudios británico Chatham House con la colaboración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unep) y Compassion in world farming; una de las mayores organizaciones internacionales de bienestar animal.

Recordamos que el Royal Institute of International Affairs, comúnmente conocido como Chatham House, es un centro de estudios británico, especializado en análisis geopolítico y tendencias político-económicas globales y uno de los think tanks más acreditados a nivel mundial (y por tanto no el último en llegar).
Además, según la FAO, a todo esto hay que añadir que, en las últimas décadas, a nivel mundial, se han destruido una media de 13 millones de hectáreas de bosque (una superficie igual a la de Grecia) al año.
Lo que es peor es que el Gobierno italiano no solo desautoriza las disposiciones de las Directivas, Estrategias y Tribunal de Justicia de la Unión Europea, sino también a sí mismo.
En primer lugar porque el actual Gobierno ha rebautizado el ministerio competente con la redacción: Ministerio de Agricultura, Soberanía Alimentaria y Bosques. Si el italiano tiene un sentido completo con el concepto de Soberanía Alimentaria significa: «… el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de manera sostenible y ecológica, y también el derecho a poder decidir su propio sistema alimentario y productivo…”.
En segundo lugar, como si no fuera suficiente el evidente oxímoron entre la etimología ministerial y la autorización para experimentar en el campo de las técnicas de evolución asistida (TEA), cabe recordar que Italia ya había emitido un documento sustancial en el pasado, de parte de lo que fue, en la primera década de 2010, el Ministerio de Medio Ambiente y Protección del Territorio y el Mar.
Este documento titulado – El Impacto de las Especies Exóticas en los Ecosistemas: Propuestas de Manejo, fue elaborado por varios investigadores para la aprobación de la Estrategia Nacional de Biodiversidad.
En él se esbozaron una serie de lineamientos de orden técnico-científico, y obviamente político, en los que se destacaron las prioridades a seguir y respetar:
– la protección de la biodiversidad tanto natural como agrícola;
– medidas para contrastar especies alóctonas;
– la promoción de estructuras adecuadas para la reproducción o cría de especies autóctonas;
– evitar favorecer la propagación de especies indeseables (obviamente incluidos los OMG);
– etc.
Si a todo esto le sumamos que en los últimos días nació el primer centro de investigación italiano dedicado a la biodiversidad: el Centro Nacional del Futuro de la Biodiversidad, que arranca con 300 millones de euros y 1.300 investigadores, parece que estamos en un círculo en el que el país es como un puglie jugado que recibe puñetazos de todas direcciones sin que intervenga un árbitro que detenga el encuentro.
Es evidente la increíble confusión (ciertamente no ingenua pero ciertamente mal preparada) en la que navega hoy una determinada política, arrojada a las olas de los grandes intereses de las multinacionales y lobbies que, obviamente, deponen discursos científicos, éticos y holísticos en todo lo que quieren el único principio que conocen: el beneficio.
Parece que podemos decir que lo único que es soberano en Italia no es la redacción del Ministerio de Agricultura sino la confusión en la que ha entrado todo el panorama político nacional.
Un panorama que, tras años de luchas entre la izquierda y la derecha, ha olvidado que la ideología es a la política lo que la epistemología es a la ciencia.
La ideología es la brújula con la que navegar el curso de la política y la democracia de un país y, mientras nos preocupa la pérdida de biodiversidad, la ideología política ya se extinguió.
En la era de las redes sociales, de todo el mundo lo sabe, de las campañas electorales ganadas con tuits, lo único que se ha perdido es el principio sobre el que se funda y consolida la Vida, con su Biodiversidad, sus Derechos, sus Reglas, y a partir de la cual toda ideología sana nace.
Por eso debemos seguir vigilantes para evitar el intento siempre vigilante de quienes quieren someter nuestro planeta a los intereses de unos pocos en contra de los intereses de toda la humanidad.

Guido Bissanti




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