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¿Cuánto dióxido de carbono absorbe cada árbol?

¿Cuánto dióxido de carbono absorbe cada árbol?

En la era en la que ha emergido abrumadoramente la necesidad de que la civilización respete el equilibrio y la dinámica de la Tierra, ha saltado a la palestra una cuestión conocida desde hace tiempo pero que hoy asume, por sus repercusiones, una importancia fundamental.
Nos referimos a la capacidad que tienen las plantas con clorofila para sintetizar sustancias imprescindibles para la vida misma de todas las especies vivas y cruciales en el ciclo del carbono.
De hecho, sabemos que la relación CO2/O2 de la atmósfera juega un papel decisivo en los aspectos climáticos planetarios.
El CO2, con su comportamiento físico, es considerado un gas alterador del clima (aunque no el único) y por tanto en la era del antropoceno, es decir, ese periodo de la historia del planeta en el que la humanidad ha cambiado, con sus actividades, ciertos equilibrios, su producción o absorción puede cambiar el destino de la existencia misma de la vida tal como la conocemos.
La fotosíntesis es un proceso bioquímico muy importante, vital para la supervivencia y la salud de la propia planta. Es precisamente a través de la fotosíntesis, de hecho, que las plantas obtienen el alimento necesario para crecer.
Durante el fenómeno de la fotosíntesis, se produce y libera clorofila a partir del oxígeno, como desecho de todo el proceso, que -a su vez- es un elemento esencial para la vida en la Tierra para las plantas, los animales y, por supuesto, también para los humanos.
Durante el proceso de fotosíntesis, como muchos de nosotros aprendimos en nuestros años escolares, las plantas absorben 6 moléculas de dióxido de carbono y 6 moléculas de agua y, al transformarlas, a su vez producen 1 molécula de glucosa y 6 moléculas de oxígeno.
De esta forma la glucosa producida se convierte en un compuesto fundamental porque permite la síntesis de moléculas ricas en energía y la liberación de la energía indispensable para poder llevar a cabo el proceso metabólico de la planta.
El oxígeno, en cambio, que se libera como desecho durante el proceso, es fundamental para la vida de todos los seres vivos de la Tierra. El dióxido de carbono presente en el medio ambiente, de hecho, gracias al proceso de fotosíntesis implementado por las plantas, se transforma en oxígeno precioso. Este proceso, además de ser fundamental para la vida vegetal, es también esencial para el hombre y su salud, ya que, al transformar el dióxido de carbono en oxígeno, las plantas ayudan indirectamente a combatir la contaminación, porque absorben el exceso de carbono presente en nuestras ciudades, conteniendo así los niveles de smog presentes en el aire.
Los árboles, en particular (lo que en cualquier caso se aplica a todas las plantas con fotosíntesis), representan por lo tanto una oportunidad real en términos de absorción de CO2 y, por lo tanto, en la lucha contra el calentamiento global; por esta razón, la reforestación puede ser una de las soluciones más importantes.

Capacidad de absorción de CO2 de los árboles –
Para comprender esta importante propiedad, a diferencia de las actividades humanas que tienden a producir CO2, se pueden realizar algunos cálculos resumidos.
Por ejemplo, en Italia, una persona promedio emite 5,5 toneladas de CO2 equivalente por año. Evidentemente este dato cambia, e incluso considerablemente, en función del estilo de vida de cada persona (alimentación, transporte, alojamiento, etc.).
Si bien la capacidad de absorción de carbono puede variar (según la especie, el hábitat donde crece, su edad, etc.) se puede considerar que un árbol almacena como máximo unos 30 kg de CO2 al año, o 1 tonelada de CO2 por año para 33 árboles maduros. Esto significa que para compensar las emisiones de CO2 de un solo italiano, se tendrían que plantar más de 183 árboles cada año.
Más allá de eso, se debe hacer una distinción entre la contaminación atmosférica y los gases de efecto invernadero: de hecho, ambos son responsables del cambio climático, pero los contaminantes atmosféricos (monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, etc.) a menudo tienen efectos negativos sobre la salud; los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, por otro lado, no necesariamente tienen un impacto directo en la salud, pero sí tienen repercusiones en la capacidad térmica de toda la biosfera.
Volviendo a la capacidad de absorción de CO2 de los árboles, también hay que decir que la capacidad de almacenamiento de carbono de un árbol varía en función de varios factores, entre los que aún mencionamos los principales:
– Las especies;
– La edad;
– Las dimensiones;
– El clima;
– La tierra.
Además, dado que algunos árboles crecen más rápido y, por lo tanto, absorben CO2 más rápidamente, mientras que otras especies de árboles crecen más lentamente pero viven más y, por lo tanto, absorben más CO2 a largo plazo, es difícil estimar qué árboles absorben más CO2.
Por tanto, para hacer un cálculo más preciso, si estamos, por ejemplo, en un bosque, es necesario tener en cuenta su composición. Dejando de lado algunos cálculos complejos, tenemos que los bosques más biodiversos, y por tanto con más especies, como los bosques mixtos, son los que más CO2 absorben.
Por ello, cobra importancia no sólo la protección de los bosques, sino también la implementación de proyectos de forestación y técnicas de producción agrícola agroecológicas (técnica basada en una mayor biodiversidad y capacidad de almacenamiento de CO2).
Según un estudio suizo, sería necesario plantar 1.200 billones de árboles en la Tierra para absorber dos tercios del CO2 producido por el hombre desde la era industrial.
Es evidente que la plantación de estos árboles debe respetar los hábitats naturales, para no crear degradación de los mismos y otras dinámicas ecológicas negativas, por lo que no puede realizarse sin la supervisión de botánicos, agrónomos, silvicultores, etc.
Además, si bien la reforestación puede contribuir a la lucha contra el calentamiento global, es importante no solo compensar las emisiones de CO2, sino sobre todo reducirlas.
El planeta Tierra es en realidad una compleja máquina termodinámica que, para funcionar bien y, por lo tanto, garantizar el bienestar de todos sus seres vivos, debe mantenerse en un determinado nivel de energía, teniendo cuidado de no trastornar el modelo termodinámico con la introducción de aportes energéticos excesivos, como los derivados de la introducción en el sistema de grandes cantidades de sustancias de naturaleza fósil (petróleo, gas, materias primas, etc.).
Por ello, si el plan de forestación, protección forestal y agroecología no va acompañado de un programa global de reducción de residuos (como se identifica en la Agenda 2030 y otros objetivos consecuentes) corremos el riesgo de banalizar también este aspecto, sin encontrar nunca la solución definitiva.

Guido Bissanti




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