Agroecología es hora de un cambio
Agroecología es hora de un cambio
La necesidad de un cambio en la forma de producir alimentos, fibras, energía y otros servicios derivados de la agricultura es cada vez más consciente de una sociedad y, por tanto, no solo de los operadores del sector.
Estamos ante una nueva y paulatina conciencia a la que, sin embargo, hay que dar respuestas, rumbos y caminos, apoyados en un sólido enfoque científico.
Los elementos básicos de los fundamentos científicos están contenidos en los principios del ecosistema, con su lógica de funcionamiento y sus leyes físicas.
Los principios y leyes de la física nos hacen comprender cómo toda actividad humana, y por tanto no solo el sector agroforestal-pastoril, debe responder a leyes universales sin cuyo respeto ningún proceso y actividad puede considerarse sostenible en el tiempo.
Para emprender este camino, que requiere tiempo y conciencia, es necesario activar una serie de acciones de diversa índole, transversales e interactuantes entre sí.
Son necesarias acciones políticas, pero también una constante promoción y verificación de los caminos recorridos, ya que esta transición está contenida dentro de una mutación histórica más amplia que involucra a la cultura, la sociedad y las conciencias.
En todo el mundo, con diferentes facetas, la agroecología se perfila como un camino unidireccional para el desarrollo de sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles y en este sentido también la Unión Europea, a pesar de toda la inercia previsible, ha iniciado este camino.
De hecho, a pesar de los considerables esfuerzos, su implementación completa aún es limitada. En este sentido, el proyecto AE4EU, Agroecología para Europa, financiado por la UE, contribuirá a la investigación e innovación en el campo del desarrollo agroecológico a través de diversos objetivos estratégicos. El proyecto desarrollará un modelo de referencia para una red europea de laboratorios agroecológicos vivos, una infraestructura de investigación y otros actores relacionados. Además, mapeará las innovaciones e iniciativas a nivel local, regional y nacional en varios países europeos, proporcionando una visión general inclusiva y precisa de la agroecología y facilitando la conexión entre los mecanismos de financiación y las políticas. El proyecto también hará recomendaciones para mejorar la financiación de la investigación agroecológica pública y privada.
El escenario está lejos de estar definido, también por la resistencia de intereses específicos por un lado y el desconocimiento de esta nueva frontera por parte de operadores y técnicos.
Sin embargo, es evidente que la transición no puede posponerse para asegurar el carácter transversal de las políticas de protección de la sociedad y el planeta a las que la Agenda 2030, con sus 17 objetivos transversales, ha dedicado el programa de acción para los próximos años de la ONU. .
Ya no podemos producir alimentos si al hacerlo eliminamos recursos para el futuro, no podemos crear bienestar si el bienestar de hoy se quita a las generaciones futuras y en el campo agrícola ya no podemos operar si manipulamos el recursos en los que se basa la actividad más antigua de la empresa humanidad.
Por eso, entre los objetivos más urgentes, debemos preservar la calidad del suelo con laboreos menos intensos o no trabajar el suelo en absoluto para preservar su fertilidad orgánica y ahorrar combustibles fósiles; ampliar la gama de cultivos, introducir variedades locales o criar razas animales autóctonas para conservar la biodiversidad, mitigar los efectos del cambio climático, mejorar la calidad y diversidad de los alimentos y el vínculo entre la producción agrícola y los territorios; Reducir la distancia entre quienes producen los alimentos y quienes los consumen, brindando la posibilidad de elegir cómo y qué producir y cómo se distribuye el valor producido por la actividad agrícola en manos de agricultores, consumidores y ciudadanos.
Es una inversión pero también una evolución en la forma de crear recursos para la humanidad basados en esos principios sólidos que, como los códigos del ADN, son los pilares de la ecología de los que ninguna civilización puede escapar.
Para aclarar a quienes piensan en un retorno a las prácticas ancestrales, hay que aclarar de inmediato que la agroecología, en su concepción unitaria, se une a sí misma la gran herencia del conocimiento de la tradición histórica en una nueva visión de la economía, que es la bioeconomía, toda acción humana encuentra sincronía con las necesidades ecológicas.
Por eso, la agroecología es un capítulo en el que se ha escrito el título y la premisa pero, como en una prueba de clase, se debe desarrollar en su totalidad y monitorear y corregir constantemente a medida que toma forma y consistencia.
Es una transición real que requiere, como la transición de la física mecánica a la cuántica, un cambio cognitivo y de perspectiva en el que todos estamos llamados a participar.
Es un camino histórico al que están llamados todos los pueblos y países porque en esta nueva ciencia de la historia ya no podemos repetir los errores inherentes al colonialismo y al libre mercado sin reglas, que han creado un planeta a diferentes velocidades y una humanidad desigual. .y discriminante.
Es por ello que la agroecología forma parte de un escenario más amplio y es por ello que debe acelerarse la transición que se ha emprendido, para acelerar la transformación de los sistemas agroalimentarios para hacerlos más equitativos y sostenibles desde un ámbito ambiental, social y económico punto de vista.
En este sentido, junto con la acción política, se necesita un nuevo modelo de investigación científica sistémica que abandone, aunque con su necesaria gradualidad, un modelo científico basado en la causa y el efecto para llegar a una visión integral y comprensiva: una nueva visión de la realidad vista. como resultado de una sinergia de elementos que solo aparentemente no están relacionados entre sí.
Este enfoque, definido como «teoría sistémica», ya ha ofrecido resultados interesantes en varios campos; por lo tanto, la investigación científica debe tener la intención de reducirlo de lo global a lo cotidiano, para ofrecer a los ciudadanos soluciones que resulten efectivas y duraderas.
Sólo este modelo científico, preliminarmente filosófico y por tanto epistemológico, puede sacarnos de los pantanos de las evaluaciones binarias.
Como esas discusiones áridas (y sin salida) sobre si un biocida es dañino para un insecto o una planta cuando, por otro lado, la evaluación debe enfrentarse con una visión global que nace dentro del sistema global.
La agroecología es una vibración humana que no interfiere con la vibración ecológica y, por tanto, es la única vía de verdadero bienestar y futuro de la humanidad.
La transición hacia este objetivo, sin embargo, necesita algunos ingredientes: conciencia, conciencia, conocimiento, ética; sin estos ingredientes, ni la política ni la ciencia y con ellos toda la humanidad puede salir de los pantanos donde la ilustración y el positivismo nos han permitido pasar de la Edad Media a la «tierra prometida».
Guido Bissanti