Cómo cultivar la alcaravea
Cómo cultivar la alcaravea
La alcaravea (Carum carvi L., 1753), también conocida como comino, alcaravea y anís de los Vosgos, es una planta de la familia Apiaceae, originaria de Europa y Asia central occidental.
Esta planta es conocida en el noreste de África y se cultiva tanto en Europa como en los Estados Unidos de América.
La alcaravea a veces confusa es con comino (Cuminum cyminum L.) que tiene frutos similares pero con un aroma completamente diferente.
El cultivo de esta planta no es difícil siempre que se respeten algunas reglas.
En primer lugar, debe recordarse que el ciclo de vida de una planta es bienal, por lo que en el primer año la planta desarrolla una roseta de hojas oblongas con una consistencia ligeramente rugosa. Luego, después de haber pasado el invierno, a finales de primavera y verano aparecen las flores, típicamente recogidas en inflorescencias en forma de paraguas y de color blanco.
De las flores se forman frutos (aquenios) que representan el objetivo principal de su cultivo, ya que contienen las pequeñas semillas negras.
Clima y terreno –
La alcaravea prefiere lugares soleados y protegidos del viento para evitar pérdidas prematuras de semillas una vez que se ha formado y madurado.
Desde el punto de vista climático es una planta que tolera el frío en promedio, por lo que también se puede cultivar en el norte y en la montaña, hasta los 2000 metros sobre el nivel del mar.
Desde el punto de vista pedológico prefiere suelos neutros o, en el límite, aquellos con pH ligeramente básico y fértiles. Deben evitarse los suelos ácidos.
Siembra –
La alcaravea se puede sembrar directamente en el campo; el período óptimo es desde principios de primavera, incluso al voleo, y dado que las semillas son muy pequeñas, es importante tener mucho cuidado en su manipulación y distribución, para no exagerar dejando caer demasiadas en el mismo lugar. Puede ser aconsejable mezclarlos previamente con un sustrato arenoso y luego esparcirlos por el suelo.
También se puede sembrar en semilleros con el posterior trasplante de las plántulas a distancias adecuadas, es decir, unos 25-30 cm entre sí.
Una vez encontrada la semilla por primera vez, es recomendable almacenar la semilla producida en un lugar seco y oscuro durante los años siguientes.
Técnica agronómica –
La alcaravea se puede sembrar en pequeños jardines o incluso para cultivos más grandes. En cualquier caso, antes de sembrar, debes asegurarte de haber trabajado bien el suelo y así obtenido un lecho de siembra suave.
Si esta planta sigue una cosecha previa bien fertilizada podemos evitar volver a distribuirla porque esta planta aromática aprovecha bien la fertilidad residual mientras que si lo ha sido por mucho tiempo, es decir más de un año, que no se encuentre ninguna sustancia orgánica u otro compost. distribuido, es necesario fertilizar en pre-siembra.
Recuerda que esta planta se puede realizar sin problemas incluso en macetas, siempre que esté bien expuesta al sol y recordando regar con más frecuencia que crecer en el suelo.
Una vez que las plántulas jóvenes hayan crecido de todos modos (solo en el caso de siembra al voleo) será necesario realizar algunos aclareos, sobre todo si notamos que la emergencia es muy densa en ciertos puntos, pues luego a medida que las plantas crecen, se ramifican y formar pequeños arbustos. Esta técnica debe realizarse lo antes posible, necesariamente a mano o con una pequeña azada en el caso de la siembra en hileras. También puedes probar el rompe terrones para pasar entre las filas de una forma cómoda y rápida.
Será recomendable, incluso en la primera fase, eliminar las hierbas no deseadas para dejar la planta en su óptimo crecimiento.
Irrigación –
El comino es una planta que necesita un riego inicial, sobre todo si no llueve después de la siembra, mientras que en caso de frecuentes precipitaciones primaverales bastará con intervenir solo y si el suelo se seca.
Colección –
Tanto las hojas como las raíces y las semillas se recogen de la alcaravea.
Por ello, a partir del verano del primer año, se pueden recolectar las hojas tiernas, cortándolas, cuidando de respetar el corazón vegetativo, que permite los brotes. Las hojas se ven muy bien en ensaladas mixtas y también son adecuadas para condimentar platos cocinados. Las raíces, que se pueden arrancar en otoño, se comen como verdura cocida.
Las plantas que quedan para crecer se convertirán en semillas en la primavera siguiente y las semillas madurarán de agosto a octubre del segundo año, cuando las umbelas se volverán amarillas. A continuación, los paraguas se colocan para completar su secado a la sombra y, posteriormente, se pueden batir para separar las semillas de las otras partes.
Como se mencionó, además del consumo y sus usos, también es recomendable guardar una cantidad de semillas para la siembra del año siguiente, con el fin de evitar volver a comprarlas. Además, considerar que las plantas que han madurado y no cosechadas se diseminan con mucha facilidad, tanto que el cultivo puede convertirse en un poco de mala hierba, y esto nos permite multiplicarlo espontáneamente si se desea.