Carpóforo
Carpóforo
El término carpóforo, en botánica, se refiere a algunas partes o tejidos de hongos o especies vegetales.
El término carpóforo proviene del griego karpós = fruto y de fóros (del tema de féro = llevar), por tanto: portador de frutos.
En los hongos, el carpóforo es sinónimo del cuerpo fructífero, es decir, la totalidad del tallo, el casquete, los túbulos, laminillas o las agujas.
El carpóforo o cuerpo fructífero o, más correctamente, el esporóforo, puede considerarse, como su nombre lo indica, una especie de «fruto» de las setas.
El carpóforo es el conjunto de tallo, casquete, túbulos o laminillas o agujas, independientemente de la forma del himenóforo. Se desarrolla siguiendo el crecimiento del cuerpo vegetativo (talo) del hongo, que se desarrolla a partir de la espora. En el carpóforo suele haber esporangios, que contienen las esporas.
En los mohos (como en el género Rhizopus, comúnmente conocido como «moho del pan») el carpóforo es el cuerpo fructífero que aparece como un polvo blanquecino o incluso verdoso. Observándolo bajo el microscopio, es posible distinguir el denso entrelazamiento de hifas (las células que forman el hongo), sobre las cuales se desarrollarán posteriormente los esporangios, que contienen las esporas, que, una vez maduras, se romperán liberando todas las esporas en el ambiente externo, que a su vez formará otros hongos, si se asientan sobre un sustrato orgánico.
Finalmente, en frutos, el carpóforo es la prolongación del receptáculo formado por un pedicelo que sostiene determinados frutos, que se desarrolla en la base del ovario tras la fecundación.