Quebrada
Quebrada
El término quebrada hace referencia a una morfología del terreno, típicamente erosionado por las aguas de escorrentía, debido a la ausencia de cubiertas vegetales, que se transforman en valles separados por camellones en forma de hoja de cuchillo que toman disposiciones ordenadas en forma de espina de pescado, similar.
Las quebradas son por tanto un fenómeno geomorfológico de erosión del suelo por efecto del arrastre del agua sobre rocas arcillosas degradadas, con escasa cobertura vegetal y por tanto poco protegidas de la escorrentía.
En los barrancos, los surcos que se forman en el interior del suelo se acentúan rápidamente, alargándose y retrocediendo, multiplicándose y ramificándose. Este proceso se extiende a laderas enteras, divididas por numerosos valles separados a su vez por estrechas crestas con micropendientes desnudas de rápida evolución.
Las causas que conducen a la formación de badlands son varias pero a menudo concomitantes.
El estudio de las morfologías de badlands se ha enfrentado a diferentes enfoques: geológico, geomorfológico, geotécnico y geográfico. La literatura sobre el tema es muy amplia e investiga principalmente las causas y parámetros que influyen en el fenómeno.
El estudio de los factores que conducen a la génesis de las morfologías de badlands, de sus interacciones recíprocas y de su relativa incidencia, es objeto de controversia e investigación científica.
Según Castiglioni (1933) el desarrollo de las cárcavas estaría condicionado, sobre todo, por la posición de los estratos. Las cárcavas se asentarían sobre los taludes de apoyo, caracterizados por mayor pendiente, menos predispuestos a movimientos de masa, pero sitio de erosión superficial.
La diferente disposición estratigráfica de los taludes de los cursos de agua provoca diferentes condiciones de resistencia mecánica a los esfuerzos, provocando una característica y frecuente asimetría de valle. Los taludes de apoyo sufren un continuo proceso de rejuvenecimiento que tiene el resultado más espectacular en los barrancos. Las laderas opuestas de deslizamientos de tierra pueden ser el sitio de movimientos superficiales y flujos lentos.
Sin embargo, las causas que conducen a la formación de quebradas son variadas, aunque estas se formen sobre suelos arcillosos con una discreta componente arenosa; esto está asociado a un régimen climático caracterizado por un verano largo y seco e intensas lluvias concentradas en ciertos períodos del año; la exposición sur de las laderas contribuye a la formación de cárcavas, con inclinación de la pendiente entre 40-60° que favorece el rápido flujo de agua; también existe la existencia de un nivel menos erosionable en la parte superior del talud.
Desde un punto de vista geológico, no es posible rastrear su formación, pero se cree que en Italia los quebradas se formaron durante el Holoceno, cuando la deforestación de los bosques de robles de hoja perenne, que se produjo por el trabajo humano, expuso los suelos arcillosos, altamente erosionable, a los rigores del clima. Los fenómenos de inestabilidad hidrogeológica, como escurrimientos y escurrimientos de aguas meteóricas, junto con deslizamientos y deslizamientos, se convirtieron en los factores determinantes en la configuración del terreno, cuyo resultado fue la génesis de las malas tierras.
Los badlands tienden a formarse sobre suelos más granulares (limos arcillosos), con un porcentaje de arena (6-18%) en su composición. En ambos casos los suelos son a menudo alcalinos, por lo tanto particularmente sujetos a fenómenos erosivos; además, el alto contenido en sodio le da a la masa un comportamiento dispersivo y es fácilmente atacada por el agua de lluvia pobre en sales. La velocidad de degradación del talud arcilloso es función de la temperatura que actúa sobre el aire y el agua presentes en la masa: durante las lluvias ésta es susceptible de erosión tanto más intensa cuanto más seca estaba previamente.