Antimonopolio para combatir la pérdida de biodiversidad
Antimonopolio para combatir la pérdida de biodiversidad
En un siglo en nuestro país, cada 4 variedades de fruta han desaparecido para siempre. Esto es el resultado de una especialización de la producción agrícola, aprobada por las necesidades dictadas por el GDO, y el abandono de las consociaciones, la diversificación de la producción y el abandono de las áreas agrícolas marginales. En nuestro país, alrededor de 8,000 variedades de fruta pudieron ser contadas en el último siglo; hoy hay poco menos de 2.000 variedades, de las cuales 1.500 se consideran en riesgo de desaparición.
Es por eso que la política debe establecer reglas y reglas que determinen un antimonopolio para el abuso de la posición del GDO, y sus necesidades comerciales, que están generando una estandarización de producciones a nivel internacional. Restante en Italia, todo esto pone en riesgo no solo el patrimonio genético agrícola, con sus variedades, sus genomas, las semillas tradicionales y toda una tradición y conocimiento sabiamente conservado durante siglos por generaciones de agricultores.
Un peligro que no solo afecta a la biodiversidad y, por lo tanto, a la capacidad del medio ambiente para proporcionar «energía alimentaria», sino también a una dieta cada vez más pobre y, por lo tanto, insalubre. La necesidad de un antimonopolio internacional para evitar una catástrofe ecológica de proporciones inmensas que está socavando seriamente no solo la biodiversidad sino también la soberanía alimentaria.
Una pérdida de soberanía alimentaria y biodiversidad es más preocupante de lo que estas cifras podrían hacernos entender por qué la tendencia es exponencial y las políticas agrícolas no se han enfocado cuidadosamente en este aspecto.
Especialmente desde el comienzo de la llamada revolución verde, tras el Tratado de Roma de 1960, descubrimos una pérdida de la biodiversidad, una pérdida que afecta a todo el sistema de la agricultura y la ganadería, con el riesgo de extinción, que se extiende a partir de plantas cultivadas para animales criados.
En el horizonte por suerte una nueva agitación agrícola vinculada a los intereses de los jóvenes, sin embargo, debe ser educado y encaminado a una agricultura que persigue ingresos en términos que protejan la biodiversidad y los principios vinculantes de la agroecología.
Por tanto, es necesario el nacimiento de una nueva política agrícola que, como una constitución, definir nuevas normas y nuevas reglas, sin la cual, vamos a ver un empobrecimiento cada vez más preocupante de nuestra cultura, la biodiversidad, la economía y todas las esferas de la sociedad futura.
Estos principios y normas deben alejarse de un traje falso liberalismo de la nada y lejos de todas las reglas que el comienzo de soporte en tiempo de nuestro universo: de lo micro a lo macro, visible en todos los aspectos de nuestras vidas.
Guido Bissanti