Fases de la luna, la agricultura y la crisis de la ciencia
Fases de la luna, la agricultura y la crisis de la ciencia
Miles de años de historia agrícola, de prácticas relacionadas con la luna y una dicotomía irreal entre la tradición agrícola y la ciencia oficial. Sin embargo, incluso hoy en día la ciencia (aún vinculada al método epistemológico galileano) tiene serias dificultades para investigar fenómenos mucho más complejos (como la relación entre las fases de la luna y la agricultura).
Los problemas complejos relacionados con la disponibilidad financiera, el tiempo de investigación (no adecuados para las necesidades de informes de los institutos de investigación, la comisión de investigación (como organizaciones o multinacionales pueden beneficiarse de tales investigaciones, etc.).
Sin embargo, hasta ahora cualquiera que practica estos conceptos en nombre de la tradición (milenios) o creencias populares, costumbres o calendarios lunares es marginado por la ciencia y los profesores con una gran dificultad de los mismos para encontrar ahora una evolución hacia sí misma y sus objetivos futuro.
Sin embargo, en todo el mundo y en todas las civilizaciones, la costumbre de los agricultores de seguir las fases de la luna para organizar los cultivos, la siembra, en sustitución del uso de fertilizantes y sustancias químicas para tener cultivos más generosos y, en cualquier caso, las diferentes actividades agrícolas en el campo se han consolidado a lo largo de los siglos. Por lo tanto, la aplicación de los calendarios lunares no puede permanecer en el limbo de las creencias o la pseudociencia. Los agricultores siempre han tenido en cuenta la luna al planificar su trabajo. El tema de la influencia de la luna concierne a la agricultura en todas sus partes (siembra, trasplante, cosecha, embotellado de vino, poda, tala de árboles, etc.).
¿Es posible que los fenómenos estadísticamente extendidos sean ignorados por el método científico o hay más? Tal vez ha llegado el momento de volver a discutir los modelos de investigación y las correlaciones múltiples. De hecho, por ejemplo, está científicamente comprobado que la luz de la luna penetra mucho más profundamente en el suelo que la que produce la luz solar, lo que influye positivamente en el proceso de germinación de las semillas.
El hecho de que efectivamente haya un efecto de la luna sobre los cultivos va más allá del método científico y su bibliografía, pero no es ajeno a los resultados obtenidos por cientos de generaciones de agricultores. ¿Cómo se pudieron afirmar ciertas prácticas si no tenían comentarios a lo largo del tiempo? Sería suficiente solo con este axioma bajar algunos pedelabros del pedestal y analizar un poco más en profundidad el tema.
Por otro lado, la Luna en su ciclo alrededor de la Tierra varía las condiciones locales a través de los siguientes parámetros: efecto gravitacional, luminosidad, longitud de onda de la luz reflejada y, a través de estos, en las mareas, bioquímica de los suelos, especies vivientes, asimilación de los elementos y una serie de correlaciones múltiples científicamente no completamente investigadas (o no).
Está claro que abordar este tipo de investigación (y lo digo como investigador en entomología agronómica) requiere ciclos de observaciones mal adaptadas a los sistemas de financiación de la Investigación Científica, a su duración y a la obtención de resultados evidentes. Sin embargo, ¿entender el cosmos no fue la primavera que impulsó a Galilei a emprender el maravilloso viaje de la ciencia? Tal vez tenemos que empezar a cuidar a este gran paciente.
Guido Bissanti