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Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, cuyo Código WDPA es: 893, es un espacio protegido en España con una extensión territorial de: 156,08 km².
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se estableció el 16 de agosto de 1918, con el objetivo principal de salvar al «bucardo» (Capra pyrenaica pyrenaica), que sin embargo fue declarado extinto en el año 2000.
Está situado en la vertiente sur de los Pirineos centrales, en el territorio de la Comarca del Sobrarbe, en la provincia de Huesca. Limita al norte con el Parque Nacional de los Pirineos Franceses.
Originalmente tenía una extensión de apenas 21 km² concerniendo únicamente al valle de Ordesa; posteriormente fue prorrogado el 13 de julio de 1982 hasta la extensión actual.
Este parque, por fecha de creación, es el segundo más antiguo de España. En 2015, con 598.950 visitantes, fue el séptimo parque nacional español por número de visitantes.

Geografía –
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido tiene una altitud que oscila entre los 700 m s.n.m. en el río Bellós y los 3348 m de Monte Perdido.
La topografía del parque está dominada por el macizo de las Tres Sorores, Treserols, el macizo calizo más alto de Europa. Su elevación más alta es Monte Perdido, desde donde descienden más o menos radialmente una serie de imponentes cadenas montañosas y valles glaciares. El más característico y emblemático es el valle de Oresa, atravesado por el río Arazas, origen del parque nacional, que se abre en dirección este-oeste, pero también el cañón de Añisclo, atravesado por el río Bellós, en dirección norte-sur, Destacan los desfiladeros de Escuaín, por donde discurre el río Yaga, en dirección sureste, y el valle de Pineta, atravesado por el Cinca, en dirección este. Asimismo, aunque no pertenece a la zona central del parque sino a su zona periférica, cabe destacar el valle de Bujaruelo en la zona occidental. Ya en territorio francés, el valle y el circo de Gavarnie, dentro del Parque Nacional de los Pirineos, otro circo glaciar que tiene en su cabecera la cascada más alta de Europa, con más de 400 metros de altitud.
La morfología básica del parque se debe a dos orogénesis, pero principalmente al cerro plegado y alpino del período terciario, luego modelado por la erosión glaciar durante el Cuaternario, dando lugar a una serie de circos y valles glaciares bien delimitados, tales como el valle de Ordesa y el valle de Pineta. Hoy en la cara norte de Monte Perdido aún existe un glaciar, aunque en retroceso. La mayor parte de la roca del parque nacional es caliza, que se superpone a la transformación kárstica y fluvial del paisaje, con múltiples cuevas, cañones, simas, etc., además de la erosión glaciar más evidente y antigua. Aquí hay que destacar el cañón de Añisclo y los desfiladeros de Escuaín, en los que aparecen circos glaciares en sus nacimientos, pero que luego quedan encerrados en profundos desfiladeros.
Las zonas altas del parque (alturas superiores a los 2.000 m) son extremadamente áridas, ya que toda el agua de lluvia es recogida rápidamente por el sistema kárstico. En cambio, los fondos de los valles están cubiertos por una vegetación exuberante dominada por hayas y abetos que dan paso al pino negro a medida que aumenta la altitud.

Climatizado –
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se caracteriza en general por un clima típicamente pirenaico, si bien el desnivel que va desde los 750 metros de la entrada del cañón de Añisclo hasta los 3.355 metros de Monte Perdido y la orientación original de cada valle, hace que haya ser una enorme variedad climática; nótese las fuertes variaciones de humedad y temperatura entre el día y la noche. Inversiones térmicas que se reflejan en la distribución de los planos de planta. Régimen variable de vientos de valle y montaña.

Flora-
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido acoge una vegetación muy variada, fruto de los diferentes hábitats y de su posición, ya parte de la Europa continental. Allí se encuentran más de 1.500 especies de plantas.
La flora del parque representa casi el 45% de las plantas del Pirineo Aragonés, de las cuales 83 son plantas exclusivas de los Pirineos, es decir la mitad del endemismo de la sierra. En las más de 30 cimas de las más de 3.000 del territorio protegido y su periferia se pueden observar casi 100 especies, que representan dos tercios de la flora alpina de los Pirineos.
Una de las principales características del parque es la presencia de amplias zonas de acantilados y paredes, así como de pedregal calizo, que albergan un gran número de especies exclusivas (endémicas) pirenaicas, como Borderea pyrenaica, Campanula cochleariifolia, Ramonda myconi, Silene borderei, Androsace cylindrica, Pinguicula longifolia, Petrocoptis crassifolia, etc.
Uno de los primeros estudiosos de la flora de Ordesa fue Pedro Montserrat Recoder en compañía de Taurino Mariano Losa, en los años 40. Sin embargo, en los últimos años se ha intentado actualizar el conocimiento sobre su flora y vegetación con la realización de varios tesis doctorales y la publicación de dos libros.
El parque nacional es una de las áreas piloto donde se realizan muestreos para el proyecto de investigación internacional GLORIA, un estudio a largo plazo de la flora alpina para evaluar los impactos del cambio climático en la biodiversidad de las altas montañas de la Tierra.
En el parque se produce una mezcla de influencias climáticas que da lugar a la aparición de diferentes tipos de comunidades vegetales. Así, tenemos desde la vegetación mediterránea que penetra en las partes bajas como Añisclo o Escuaín, pasando por el submediterráneo de las lomas calizas pedregosas y desecadas por el viento, o los «pozos de mar» con presencia de plantas típicas de la más cercano al golfo de Vizcaya, y finaliza con la vegetación del entorno alpino de las altas cumbres.
Se han inventariado 112 especies vegetales, siendo las más diversificadas las de pastos y praderas, seguidas de las que colonizan roquedos y pedregales y bosques. El 75% de las comunidades vegetales son hábitats de importancia comunitaria, de los cuales cuatro son prioritarios para la conservación en la Unión Europea.
Los bosques ocupan apenas el 20% de la extensión del parque. En la sierra (800-1700 m de altitud) abundan los bosques de haya (Fagus sylvatica), abeto blanco (Abies alba), pino silvestre (Pinus sylvestris), roble inglés (Quercus subpyrenaica), tremolina (Populus tremula), con menor presencia de abedules (Betula pendula), fresnos (Fraxinus excelsior), sauces (Salix elaeagnos), avellanos (Corylus avellana) y también encinas (Quercus rotundifolia) en la parte baja, mientras que en la parte alta, hasta 2000 m, domina el pino negro (Pinus uncinata). El sotobosque hasta los 1.800 m está dominado por el boj (Buxus sempervirens).
En los pastos de altura (entre 2.000 y 2.700 metros) domina la festuca (especialmente Festuca nigrescens y Festuca gautieri subsp. Scoparia) y es una de las mejores zonas de los Pirineos para ver el famoso flo de nieu o ‘flor de la nieve’ (Leontopodium alpinum), también llamado edelweiss, que era el símbolo del parque nacional y está protegido, como todas las especies de plantas del parque.

Fauna –
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido alberga 171 especies de aves (entre ellas el quebrantahuesos, un buitre con una envergadura de 3 metros, raramente visto fuera de África), 32 especies de mamíferos y 8 especies de reptiles.
La variada fauna del parque es el resultado de los diferentes hábitats que alberga y de su condición de frontera entre la Europa continental y el Mediterráneo. Se han contabilizado unas 38 especies de mamíferos, 68 aves nidificantes (unas 120 si se cuentan los emigrantes), 5 anfibios, 8 reptiles y 5 peces.
El rebeco (llamado rebeco en aragonés) cuya población en el parque es de unos 2000 ejemplares, el corzo que pasó de estar extinto localmente a mediados del siglo XX a tener una población creciente en la actualidad, la presencia superpoblada del jabalí junto a dos recientemente «recuperados» (o en proceso de recuperación) como el ciervo, que parece querer volver a su evidente expansión pirenaica, y el oso pardo, cuya exigua población pirenaica (25-32 ejemplares) se hizo sentir en el interior del sectores más silvestres del área protegida. A ello hay que añadir una enorme variedad de pequeños mamíferos (nutrias, zorros, ginetas, marmotas, gatos monteses, garduñas, lirones, tejones, ardillas, ratones de campo, hurones, campañoles, musarañas, desmán pirenaico).
Desde 2014, la cabra montés ha sido reintroducida con éxito en el Parque Nacional de los Pirineos. En los años siguientes algunos ejemplares se trasladaron al Parque Nacional de Ordesa, precisamente en el valle del río Ara 9.
En cuanto a la avifauna, en los bosques del parque nacional se encuentran especies como el urogallo (en su mayoría de poblaciones pequeñas y desconocidas para ellos), la lechuza de tengmalm (recientemente redescubierta), el pájaro carpintero negro, el pájaro carpintero real, el pico blanco- lomo, cárabo, autillo, chotacabras, reyezuelo y enredadera.
Los desfiladeros y zonas de alta montaña son el hábitat del quebrantahuesos, una de las aves más grandes del planeta que ha encontrado en los Pirineos en general y en este valle en particular uno de sus últimos y más consolidados refugios. También está el águila real, el depredador más notable en los cielos del parque, el buitre leonado, ocasionalmente el buitre negro, el alimoche, el milano real, el milano real, el biancone, todos depredadores de la abundante marmota. la perdiz pardilla o la rarísima perdiz nival, cuyas poblaciones en la sierra de Ordesa-Pineta apenas alcanzan la veintena de ejemplares.
Entre los numerosos anfibios presentes destaca la rana pirenaica, un endemismo de los Pirineos descrito en los años 90 con ejemplares del parque, que vive en arroyos de aguas limpias o el tritón pirenaico, indicador de la pureza de las aguas del parque.

Guido Bissanti




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